«Regionalismos»

Es una cuestión de respeto, nada más. Pero se toma como un asunto abertzale cada vez que alguien lo recuerda. Y duele, duele ver la falta de respeto que algunos popes de la comunidad tienen con la identidad de las personas cuando simplifican esta comunidad autónoma, producto de la historia de España, en una sola región. Y no, no es cuestión de defender unas opciones políticas u otras. Es cuestión de respetar la historia y el sentir de las gentes de unas tierras determinadas. ¿Es lícito mostrar la imagen de que esta comunidad autónoma es una sola región? Cualquier persona con sentido común diría que no, que es más bien absurdo. Es difícil imaginar que a un burgalés, de la cabeza de Castilla, se le llame «leonés» o a un leonés «castellano», pero se hace constantemente. La simplificación burda del lenguaje político deja claro que el mensaje ha de ser unitario y sin complejidades; para todos, para tontos. Por eso surgió el horrible término «castellanoleonés». Pero esa unificación corrompe la misma esencia de la historia de dos pueblos que a veces se han enfrentado, pero que en la mayoría de ocasiones fueron de la mano para luchar por un concepto mayor que sus propias regiones: España. Y parece mentira que ahora no les dejen ir de la mano por propia voluntad, sino que les aten por una conjunción que se desprecia. No hay educación, no la hay con los burgaleses, sorianos, segovianos y avilesinos. No son nadie, ni siquiera castellanos. Y de los leoneses, mejor no hablar, porque al parecer han dejado de ser ciudadanos para ser «esos abertzales» sólo por pedir que les llamen por su nombre.