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Oro para José María

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JOSÉ María Suárez ha sido condenado. Ya era hora. Uno de los grandes -no sólo por su estatura física e intelectual-; uno de los grandes mitos de León se ha quebrado ayer. José María Suárez, ex de casi todo: presidente del INP (Instituto Nacional de Previsión), concejal y alcalde de la ciudad, diputado provincial y nacional, eurodiputado, letrado de larga postoría, decano del Colegio de Abogados y no sé cuántas otras ocupaciones, fue condenado ayer a seguir, al menos, con la misma conducta que ha tenido y observado en los últimos 74 años. Es un hombre bueno. Ahí radica todo. Fue el primer capitalino que conocí , hace treinta y unm años, cuando llegué a Proa. Yo era hijo de la fogosidad y del viento, intrépido, con ganas de morder, incluso, la redondez de la luna llena. José María Suárez fue el freno o bocado perfecto para que no me desbocara. Y ayer José María Suárez fue condenado ante la algarabía de sus amigos. Todos aplaudimos la pena. No, no; no estoy triste, sino muy feliz. Le condenó la máxima autoridad judicial de la provincia: el presidente de la Audiencia, José Rodríguez Quirós. Le condenó a una pena que se me antoja como menor: a veinte años, seis meses y un día para que continúe entre nosotros, exigiéndole su magisterio y su talante. Rodríguez Quirós, que sabe de su larga grandeza, se quedó corto. Le puso plazo fijo a José María, y sospecho que le recurrirán la sentencia, no con apartados jurídicos, sino con envites que son más enebradores de la buena fe, de la generosidad, del respeto y de la fidelidad. ¿Se imaginan un correo electrónico con la misiva: Y tú, alma de Dios, para cuándo guardabas el reconocimiento?. Los últimos jueves de mes, desde hace tres décadas, constituyen la fuga-saga del liberalismo puro.Tocó ayer. No hay nada escrito que diga que José María Suárez sea nuestro decano, ni que le siga en el escalafón el presidente de la Audiencia. Se acepta sin más. El gran ejemplo de liberalismo de la peña lo da su nombre, La Concordia. En ella se funden todos los ardores. No sé dónde está reunido el G-7, que ya es ocho, representantes de los países más ricos del planeta. En el fondo son miserables: ricos de hacienda, pero no de conciencia. ¿En qué se diferencian de quienes almuerzan en Rafa, en La Poveda, en El LLagar, o en la Bodeguilla; de quienes compran moqueros a los inmigrantes, te estafan si aceptas que laven tu parabrisas, y de tantos y tantos que sufren con las penas de los amigos? A José María Suárez le entregamos ayer la primera medalla de oro de la peña. Acaba de irse del despacho, no de la profesión. Un letrado de su dimensión no se va jamás.Quirós redondeó su humanidad con matrícula de honor. Dijo de José María lo que ya sabíamos y lo que muchos intuían. Como tenemos el derecho constitucional de disentir, la sentencia que pronunció, mandó y firmó el magistrado nos pareció algo rácana, aunque nunca aplaudimos otra con tanto entusiasmo. El oro para José María es de ley. De 24 kilates.

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