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Publicado por
Federico Abascal
León

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ÁLVAREZ Cascos estuvo ausente de la reunión de altos cargos populares que, el lunes pasado, recibieron de Aznar la consigna de disciplina y silencio para evitar disonancias en el partido, por lo que nunca podrá saberse si al ministro de Fomento, de haber estado allí, le hubiera dedicado el presidente las admoniciones generales o una reprimenda individual. Porque ha sido realmente Alvarez-Cascos, portavoz de la quinta a la que Fraga llamó inicialmente a las filas de AP, el que levantó hace unos días en su partido la sospecha de que el poder interno, que se expande desde el Gobierno hacia el exterior, se estaría desplazando hacia la quinta más tardía de procedencia democristiana. El lunes, tras la intervención disciplinaria de Aznar, no habló nadie en el PP, pero el martes, álvarez Cascos recitó ante el primer periodista que se puso delante la tesis de que «yo he pensado siempre lo mismo, y sigo pensando que competir por las candidaturas .... es un ejercicio digno y noble de la política». Y añadió: «Lo siento por quien dice lo contrario». Hasta ahora lo contrario, claramente, no lo ha dicho nadie, aunque Aznar habría ordenado que de las candidaduras se encargue únicamente el comité electoral, por lo que, fuera del comité, silencio y disciplina. No debió ver ayer el presidente con muy buen ánimo a su partido porque, en la clausura de un acto sobre la presidencia española de la UE, se habría visto impulsado a estimular la decaída autosatisfacción de la militancia. Reiteró Aznar que el PP es uno, y no 17 o 52, en referencia a las divisiones territoriales del país, y exaltó la virtud de la coherencia en el partido, coherencia con sus electores y con su programa electoral, «y justamente por ser fieles a esa coherencia es por lo que nos hemos convertido en puntos de referencia para tantos países y tantas fuerzas políticas, en Europa y fuera de Europa». «....lo digo sobre todo para que estéis contentos», animó el presidente, añadiendo, tal vez para neutralizar una ciclotimia interna, el vaivén pendular de la euforia a la depresión, que «en enero estábamos tocando con los dedos el cielo, paseándonos por el cielo,.... y ahora parece que estamos rasando la tierra todos los días». Pocos observadores habían percibido ese vuelo o deambular rasante del PP, por lo que esa patología del ánimo tan bien expuesta por Aznar ha debido inquietar en determinados resortes sociales del país, económicos y financieros especialmente. En estas circunstancias recomiendan los expertos, más que ejercicios de disciplina y silencio, terapias de grupo en las que nadie se queda con algo que decir. Alvarez- Cascos está exponiendo exhaustivamente su teoría sobre la lucha libre por las candidaturas, y parece irle bien.