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Publicado por
León

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EL sentido de ahondar en las viejas heridas de la guerra no es otro que curarlas. El silencio nunca ha curado nada. Ni siquiera el olvido ha curado alguna vez algo. Sólo el perdón tiene el poder de cicatrizar, y sólo se puede perdonar aquello que se conoce. No debe subestimarse los trabajos en las fosas comunes ¿Acaso no nos repugnará que caiga un día el olvido sobre las víctimas de Eta? ¿Acaso podríamos aceptar un perdón que no honrase a las víctimas y a sus familias? Pienso en los muertos de Piedrafita y trato de imaginármelos como lo que un día fueron y no les dejaron ser. Pero pienso también en sus verdugos ¿qué fue de ellos? ¿cómo impregnaron aquellos crímenes sus vidas? Posiblemente, algunos de ellos, un mozo entonces, hoy esté echando, somnoliento, la partida en el bar. No pretendo que ese anciano sea hoy moralmente el que fue, pero si está leyendo la prensa, ¿qué siente, qué piensa? En estos días, los periódicos informan sobre la detención de un viejo criminal nazi. Es un hombre aún elegante, al que le fue muy bien en la vida empresarial. Se defiende argumentando que actuó por obediencia debida. Puede ser. Pero ¿por qué no nos habla de su dolor, si es que ha existido, de su sentido de culpa, si es que lo tiene? Así al menos podríamos aprender algo sobre la condición humana. Tal vez, el verdugo también prefiera el olvido, pero no es lo mismo. La verdad, siempre la verdad, para poder superarla. La verdad, para no repetirla.