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León

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LOS parques eólicos se han convertido en una de las actividades emergentes y aparentemente prometedoras de la provincia, mientras la explotación del carbón autóctono decae como fuente de energía eléctrica. Los camiones con la carga importada surcan burlonamente las calles de Villablino en dirección a las térmicas del Bierzo y desde los flamanes viaductos de la A-6 es fácil otear el paisaje de escombreras negras en las faldas de los Montes de León. Las palas eólicas se venden como energía renovable y limpia, no contaminante, pero poco se dice sobre su impacto sobre la fauna de los collados y cumbres donde es más rentable explotar la fuerza del viento. Tal vez el curso de verano que se desarrolla en la Universidad de León profundice más allá de las supuestas bondades del sector naciente. En La Cabrera, la idea de instalar parques eólicos toma forma en Truchas y, ahora también, en Encinedo. Esta comarca tuvo la desgracia de conocer las bondades del siglo XX con la llegada de la democracia en 1975, como suele decir el alcalde de Encinedo; como recompesa a esa marginación ancestral, La Cabrera es el refugio de tesoros etnográficos y ecológicos cada vez más valorados por un sector de la sociedad que no se mira exclusivamente en otro espejismo negro: el de la pizarra, próspera actividad. El turismo cultural es una utopía económica en la que muy pocos creen. El boom de las casas rurales amenaza con quedarse en un sarpullido auspiciado por fondos europeos, si no se cuidan los tesoros y los atractivos naturales que los viajeros ponen en la balanza a la hora de elegir una ruta de turismo interior. La Asociación de Amigos del Patrimonio de León Pro Monumenta realizó su campo de trabajo en los canales romanos de La Cabrera, los que surtían de agua a la ruina montium para extraer el preciado oro en Las Médulas. Unas construcciones impresionantes, pero olvidadas por la administración -como casi todo- que guarda en sus cajones informes sobre su puesta en valor.