Diario de León
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ME dan miedo los patriotas. Me produce un cierto repelús el patrioterismo del que algunos hacen gala estos días en algunas tertulias radiofónicas a cuenta del islote Perejil. Y es que siempre hay quién es más papista que el Papa. Vaya por delante que en mi opinión el Gobierno está actuando adecuadamente en la crisis con Marruecos a cuenta de Perejil, porque es evidente que Marruecos, ocupando el islote, rompió el "statu quo«, colocando a España en una situación difícil. Si el Gobierno se quedaba cruzado de brazos, malo; si actuaba corría riesgos, es verdad, pero tenía que correrlos, y, afortunadamente, el desalojo del destacamento marroquí de Perejil por parte de soldados españoles, se ha hecho bien, o como dice el ministro Trillo ha sido una «operación limpia». Por eso, a quienes se muestran reticentes ante esta operación sólo cabe preguntarles qué cabía hacer. Y no vale reiterar que había que agotar las vías de diálogo, cuando es evidente que Marruecos había dejado claro que no pensaba abandonar el islote por considerarlo suyo. Por tanto, reitero que el Gobierno ha hecho lo que había que hacer, que es en palabras de la ministra Palacio intentar restablecer el status quo. Por cierto, que Ana Palacio, que se está estrenando como ministra con esta crisis, está dando muestras de sentido político y sensatez, y hasta ahora sus declaraciones y posición políticas son impecables en relación con el problema. La ministra lo ha dejado claro. España quiere volver al anterior status quo, y a partir de ahí hablar con Marruecos y buscar una solución. Y efectivamente es la hora de la diplomacia, la hora de la política, de que España y Marruecos se sienten a través de sus representantes a hablar, a intentar superar el desencuentro actual. Es evidente que el problema de fondo no es Perejil, que el islote es la excusa que el rey Mohamed ha buscado para intentar retorcer el brazo de España por nuestra posición respecto al Sahara. Sí, porque el Sahara es el problema de fondo. El que España no suscriba al cien por cien las tesis marroquíes, y defienda los intereses del pueblo saharaui, por su responsabilidad con su ex colonia, es lo que molesta al régimen de Rabat. Es verdad que el Gobierno Aznar no ha sabido bandear las relaciones con Marruecos y que ha cometido más de una torpeza política y diplomática, pero tampoco hay que olvidar que la escalada de la tensión ha estado orquestada desde Rabat. Así las cosas, es necesario que, cuanto antes, el Gobierno español y el marroquí se sienten a hablar. Respecto a de quién es el islote, si de España o de Marruecos, es una cuestión menor. Quiero decir que serán las instancias internacionales las que lo diluciden si hubiera lugar, pero en todo caso el punto de partida debe ser la anterior situación. Y, eso sí, tiene razón la oposición de quejarse por la falta de información. No digo que el Gobierno tuviera que dar los pormenores de la operación militar, pero sí de informar de sus intenciones, de los cambios que se van produciendo en la situación.

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