Cuba

PRIMERO llegaron las manzanas, luego los turistas y finalmente lo que Dios, o en este caso el presidente George Bush, quiera. A ver cómo se lo explico. Hace un par de semanas recalaba en el puerto de La Habana, por primera vez en 40 años, un barco estadounidense cargado de manzanas que fueron compradas por los organismos estatales del país caribeño. Un «acontecimiento histórico» en palabras de los protagonistas del intercambio comercial, después del catálogo de bajezas perpetrado durante décadas por los yanquis contras sus vecinos sureños. Y ahora, si Bush no ejerce su derecho a veto, una iniciativa aprobada por el Congreso de los Estados Unidos autoriza a sus ciudadanos a viajar libremente a Cuba. La eterna y desigual lucha entre David y Goliath no llevaba a parte alguna, así que después de la visita del expresidente Carter a la perla del Caribe, ha empezado a imponerse la política de la zanahoria a la del palo. Un cambio que atempera la asfixia económoca sufrida por el pueblo cubano a partir del desplome del bloque comunista. Sin renunciar a su particular vocación de Llanero Solitario, y se piense lo que se piense de Fidel Castro, lo cierto es que el Pepito Grillo cubano está en vías de echar un buen parche a las carencias que, desgraciadamente, son su pan cotidiano. Puestos en plan cínico, tan sólo un último consejo a nuestros hermanos cubanos, rescatado de la filosfía clásica: Cuidado, pues Adán se comió la manzana y a los hombres aún nos duelen los dientes.