PANORAMA
La peor noticia del verano
HAY mucha preocupación en la industria del turismo. Vienen menos turistas y viajamos algo menos los españoles. La crisis económica -que oficialmente, no es tal, ni se la espera- está, sin embargo, enseñando los dientes en un sector clave como este que proporciona alrededor del 20 por ciento de la riqueza nacional. La cifra de visitantes ha disminuido sensiblemente y mirando hacia lo que está por venir -agosto y septiembre-, resulta también han caído las reservas: un 11,5 por ciento menos en agosto y alrededor de un 16 por ciento para septiembre. «Crisis» es una palabra demasiado inquietante y por lo tanto tabú para los políticos por eso, días atrás, el ministro Cristóbal Montoro evitó citarla al referirse a las inocultables dificultades por las que atraviesa el sector. En Zontur, la patronal hotelera, sitúan la caída en un 10 %. Hay que creerles porque son una de las partes más afectadas por el problema. Estamos hablando de una mengua significativa en las expectativas, una mengua que agrava en su perfil si reparamos en que este año -según datos del INE- lo precios en el sector han experimentado un aumento del 3,1 por ciento, es decir: cinco puntos menos que el año pasado. Y pese a ello, como digo, hay menos gente en viaje hacia España o desde España. Estamos ante un fenómeno difícil de interpretar en clave exclusivamente española porque resulta que el mal es mal generalizado. En Estados Unidos, por ejemplo, no remontan. Siguen todavía con adherencias del síndrome del 11 de septiembre y los norteamericanos salen menos del país que en años anteriores, circunstancia que están pagando, sobre todo, los operadores turísticos de los países del Caribe. En Europa la crisis económica por la que atraviesa Alemania está siendo un factor patógeno determinante. La crisis -que está marcando a fuego la campaña electoral y da pie a un pronóstico de vuelco político- incide directamente en los planes de viaje de los alemanes. Según la prensa germana en los últimos tres meses más de cuatro millones han cancelado sus proyectos de vacaciones fuera del país. Así las cosas habrá que volver al principio para preguntarnos si estamos ante una crisis coyuntural, un achaque pasajero quizá fruto de la novatada del euro. Me refiero a la subida descarada e indiscriminada de precios, circunstancia que en el caso de España explicaría bastante bien el por qué se ven menos españoles veraneando este año por las ciudades de la costa. Pero aún sumando todo esto, creo que hay otra explicación posible. Pese a la versión oficial -«España sigue yendo bien»- la crisis que delatan las miles de hipotecas inmobiliarias que empiezan a resultar fallidas, el descenso de los depósitos de ahorro, el frenazo en las compras de automóviles y los descensos que registran otros indicadores de consumo, vendrían a decirnos que quizá estamos ante los primeros registros de un ciclo de recesión económica, infausto fenómeno que pronostican algunos expertos a la vista del desplome (y de los escándalos) de la llamada nueva economía.