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Publicado por
León

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EL presidente del PNV, Xabier Arzalluz, ha comparecido para ofrecer la interpretación auténtica y autorizada de lo que quiso hacer el Parlamento autonómico vasco cuando acordó dar un ultimátum al Gobierno, amenazando con asumir por las bravas las competencias que los nacionalistas consideran que quedan por transferir, si esas transferencias no se producen en el plazo de dos meses. «No nos vamos a echar al monte, pero no nos vamos a quedar como lelos», ha dicho el señor Arzalluz, con su estilo característico dado a la metáfora. Pero ha dado, sin embargo, una pista que desde luego no es nada metafórica: «La ley da para mucho». Hay dos aspectos en este episodio que llaman la atención. El primero es la comprobación de dónde reside el poder real y verdadero en el País Vasco, que no es en el Parlamento ni en el Gobierno autonómicos, sino en el presidente del PNV, que ni es diputado, ni parlamentario autonómico, ni ostenta cargo alguno de elección popular, susceptible de revocación. La interpretación de la política en el PNV es la partitocracia llevada al paroxismo. El otro aspecto es la comprobación, asimismo, de los saludables frutos que produce la tranquila firmeza del que tiene la responsabilidad de administrar el poder. Lo ocurrido en el islote de Perejil, unido a las manifestaciones de algunos miembros del Gobierno sobre el ultimátum del Parlamento vasco, ha bastado para que se desactive, por medio de la voz local más inapelable, lo que podría haber sido una bomba de relojería política.