desde la corte
Los amigos del poder
QUE un empresario rico se dedique a la política sólo trae complicaciones. Ahí está el caso del señor Matutes y la privatización de Trasmediterránea. Si Matutes sólo fuese accionista mayoritario de Acciona y nunca hubiera sido ministro, no habría ocurrido nada. Acciona es un grupo importante, solvente, y, por tanto, aspirante justo a quedarse con la naviera. Pero, como se da esa circunstancia política, es fácil la sospecha: podemos estar ante la entrega de la empresa a un amigo del presidente. Es lo que viene a decir el PSOE en una dura petición de explicaciones. El tema no es menor, porque existe la leyenda de que todas las empresas privatizadas fueron a caer, casualmente, en manos de personas próximas al PP y, además, amigos de Aznar. El caso Matutes, lejos de desmentir esa leyenda, la confirma, como si fuera una maldición que acompaña todo el proceso. Con un agravante: el tráfico marítimo Baleares-Península queda ahora en manos de empresas del grupo Matutes. Estamos ante un monopolio privado en un sector estratégico, sin que conozcamos los criterios del Tribunal de la Competencia. Feo asunto. Acciona, como digo, quizá haya sido el aspirante más cualificado. Y, si ese aspirante reúne las condiciones, no se le puede marginar por tener un ex ministro en su propiedad. Pero, precisamente porque lo tiene, Gobierno y SEPI tendrían que haberse esmerado en ofrecer la máxima transparencia. Lejos de eso, lanzaron la noticia con parcas explicaciones. Y, para culminar el menosprecio a la opinión, Rodrigo Rato despachó la polémica con un orgulloso «buenos días» cuando fue preguntado por la decisión. Eso es la arrogancia de situarse por encima del bien y del mal. Pues bien: sépase que esas arrogancias se pagan con un alto precio: con la imagen de que se entrega la economía a los amigos del poder. Y eso es lo que vuelve a estar sobre la mesa.