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Publicado por
León

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UN ritmo frenético se ha instalado en los políticos de Turquía, un país que día a día cobra más importancia estratégica. Es la llave entre Europa y Asia, pero ni en una parte ni en la otra se le ha permitido desempeñar un papel propio. La división interna dificulta y condiciona su propia identidad. Los militares, a través del Consejo de Seguridad Nacional, dictan mensualmente las pautas a seguir al Gobierno de coalición, que hace unas semanas vio saltar por los aires su estabilidad por varias dimisiones, la más importante, la del ministro de Asuntos Exteriores, Ismael Cem. Por eso, es de suponer que el final de la pena de muerte, las medidas de apertura política y la permisividad con los kurdos son pasos dados con el visto bueno del Estado Mayor. El Gobierno puede ganar tiempo para preparar una solución política más duradera que pasaría por nuevas elecciones. Unos comicios que presentan dos grandes peligros: confirmación del ascenso de la extrema derecha que en 1999 ya consiguió el 18% de los votos con un mensaje contrario al ingreso en la Unión Europea por las condiciones que imponía pero que ahora se han adoptado; y del ascenso de los islamistas, que ya demostraron en junio de 1996, con el prohibido Partido del Bienestar, su capacidad para llegar al poder en las urnas (un golpe de Estado militar desbancó en junio de 1997 al islamista Necmetin Erbacan). Ahora su representación política radica en el Partido de la Virtud. El caso es que el Estado laico turco atraviesa por una gran crisis de identidad religiosa, por una enorme inestabilidad política con férreo control militar y precariedad económica. Su candidatura a la UE provoca muchas interrogantes políticas, de derechos humanos y de carácter económico por el subdesarrollo que padece. Con unos 6.800 euros de renta per cápita (España tiene casi 19.000), y una inflación del 54,9%, la transformación para su ingreso en la UE se presenta como una tarea costosa y complicada. Las decisiones de las últimas horas, las que afectan a la minoría kurda, serán las que más resultados internos positivos puedan dar para la pacificación del país tras 15 años de guerra, 35.000 muertos, tres millones de desplazados y numerosas incursiones del Ejército turco en el norte de Irak. Precisamente ésta es una de las mejores bazas de Ankara porque si Estados Unidos y el Reino Unido quieren atacar a Sadam Huseín, la base de Incirlik resulta imprescindible. La UE le dio un portazo hace cuatro años pero la vida da muchas vueltas y Turquía utilizó su influencia en la Otan para que en diciembre de 2000 en Helsinki se le abriera un ventanuco que está dispuesta a aprovechar. En fin, con Chipre pendiente, con los islamistas acechando, con los kurdos en un puño y Sadam esperando el ataque Ankara toma la iniciativa como lo hizo en el Mundial quedando la tercera sorprendiendo a propios y extraños. En Europa su camino será más largo y complicado.

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