Cambio de actividad

QUIENES hace diez años tenían una edad comprendida entre los cuarenta y los cincuenta y ocupaban cargos de directores generales en importantes empresas, hoy o están prejubilados o se han convertido en consultores independientes. Finalizada la llamada década de oro, es difícil ganar dinero en concepto de sueldo y de complementos fijos, aunque puede ser un buen momento, en cambio, para dedicarse a los negocios o para ejercer como profesional liberal y para exhibir una tarjeta de visita tan lucida o más que la utilizada como empleado de postín. Cuando a un alto directivo le ponen de patitas en la calle, con una indemnización más o menos decente, no tiene por qué caerse el mundo, ya que este hecho puede convertirse en una ocasión única, que es preciso aprovechar, para iniciar una actividad a gusto, dependiendo de sí mismo y, sobre todo, entregándose a la práctica de lo que se conoce mejor. Como en todas las ocasiones, la rapidez en la reacción resulta básica, como también lo son la firmeza de la decisión de seguir en activo, la audacia y la puesta en marcha y la autoestima pueden ser las mejores garantías para tener éxito para dedicarse a la consultoría, para invertir en bolsa o para comprar y vender inmuebles, pero, para ello, es preciso aprovechar para la nueva actividad lo más positivo de la experiencia anterior y verter en ella toda la capacidad de trabajo, intacta en la mayor parte de quienes últimamente son apartados de sus responsabilidades por jóvenes trepadores.