La diplomática señora Palacio

DE la entrevista de Ana Palacio con su colega norteamericano Colin Powell se desprende un aspecto que juzgo muy positivo: la advertencia del Gobierno español al de George Bush de que un ataque de Estados Unidos a Irak no sería entendido por España. No es que estemos ante un desafío español al imperio, pero sí es reconfortante de vez en cuando escuchar o leer cosas así. Una cosa es que el régimen de Sadam Husein sea más o menos lamentable. O incluso que quepan sospechas de que está fabricando armas de destrucción masiva. Pero otra cosa es aplastarlo a bombazos, pese a la oposición o las reticencias de la mayoría de los aliados occidentales de USA. La ministra española ha dejado claro muy acertadamente que la ONU debe asumir un papel protagonista y que aún hay margen para la presión diplomática a Husein. Sólo le ha faltado decir a la ministra española que eso de fabricar armas de destrucción masiva es una cosa muy fea, pero que hay dudas sobre si Husein lo está haciendo, aunque Bush seguramente no necesita fabricarlas porque cuenta de antiguo con un stock más que suficiente, seguro que el más suficiente del mundo para destruir a la humanidad entera en 24 horas. Pero la señora Palacio es muy diplomática y no iba a salir por un registro tan desagradable. Sin embargo, es lo que piensan casi todos los españoles: ¿por qué esa fijación con las armas que presuntamente fabrique Irak y ese silencio o esa permisividad con las que tienen fabricadas otros países, fundamentalmente USA? También son ganas de enredar hacer o hacerse este tipo de preguntas. Y ya sin enredar, lo que quiero decir es que el Gobierno español debe perseverar e incluso endurecer su posición sobre Irak, tan brillantemente expuesta por la flamante ministra Palacio, una señora que, dicho sea de paso, no me cae nada mal.