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Publicado por
León

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LA última vez que visité en Bogotá estuvieron a punto de cazarme en un atentado con motobomba. Le di esquinazo por dos minutos, los que tardé en darme cuenta en la recepción del hotel que me habían birlado la cartera con todas las tarjetas de crédito. Afortunadamente salí del apuro con los dólares que siempre llevaba planchados en el bolsillo de los únicos liváis que no regalé a los pelaos famélicos y atiborrados de pegamento que me asaltaron cuando el primer día de la aventura, aún con mi bolsa de viaje a cuestas, salía de una discoteca más o menos céntrica en la que los rayones de perica corrían por las mesas como los paquetes de azúcar a las puertas de un Carrefour cualquiera. Así que luego llegas a Ponferrada, retornas de nuevo a tu vida vulgar, sin sobresaltos, y aprecias como nunca la seguridad del hogar, aunque al final el destino te tenga reservada una muerte ridícula electrocutado con el enchufe del lavaplatos, o a lo peor desangrado por un tajo certero de la maquinilla de afeitar; o consumido por el ácido airado del despechado esposo de cualquier amante. En definitiva sucesos peregrinos, poco emparentados con la guerra civil que viven los colombianos desde hace cuarenta años, que se ha cobrado ya cientos de miles de muertos, y que cada año se salda con cientos de inocentes secuestrados. Un drama humano que delata cierta frivolidad desafortunada en los comentarios que esta semana ha realizado el vicesecretario general de los socialistas leoneses, Pepe Giménez, cuando compara a la capital del Bierzo con Colombia, sólo para tratar de obtener supuesta ventaja en la lucha a brazo partido que PSOE y PP mantienen por obtener el poder en esta ciudad, cuando aún faltan más nueve meses para que los soberanos electores dicten sentencia. Giménez, que tan atinado ha estado escribiendo a Arenas para que el PP ponga en su sitio al condenado alcalde de Oencia, se ha pasado tres pueblos o más denostando con su analogía colombiana a la ciudad que tanto dice querer. No creo que ningún ponferradino vaya a poner un voto más en la cesta socialista a cuenta de tal comentario, que sólo sirve para deformar la imagen pública de una urbe que tiene cada vez más atractivos para quienes la visitan. Afortunadamente socialistas y populares, a pesar de la guerra sucia en la que se empeñan en envolver a la ciudad, aún están a una distancia estratosférica de la lucha que mantienen la guerrilla y las fuerzas armadas colombianas. El ponferradino aún puede paladear la coherencia de vez en vez como cuando la candidata Charo Velasco alaba el programa festivo de La Encina, en cuya organización colaboran ciudadanos de todo signo. Yo admito que no voy a pagar un céntimo por ver a ninguno de los artistas en concierto, pero he de reconocer que a la generalidad el cartel le encandila. Aunque a Giménez -como a mí-acaso le hubiera gustado más contar con Shakira, por aquello de la recreación del hábitat colombiano que percibe; del que por cierto -me temo que como él- lo más cerca que he estado nunca ha sido este verano en las playas de Onuba, con Teresa Mendoza y Pérez Reverte, paseando entre narcocorridos por los tórri- dos alrededores imaginarios de la mexicana Sinaloa.

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