Va para largo

ESO de que haya comida para todos se ha ido dejando de un siglo para otro y cada vez está más difícil: hay más gente que nunca. La Cumbre sobre Desarrollo Sostenible lleva un par de días debatiendo otro par de cuestiones fundamentales: el crecimiento económico y el respeto al medio ambiente, o sea, el derecho al pan y el cuidado de la tahona. El Banco Mundial lleva algún tiempo diciendo que la pobreza no disminuirá sin proteger el planeta y que los actuales patrones de producción y consumo son insostenibles. Nos estamos cargando el invento y el que venga detrás que arree, que también era el lema de nuestros mayores. Hace diez años, en la Cumbre de la Tierra de Río, se acumularon muchos «compromisos de papel». Rigoberta Menchú, que es como una vasija maya llena de bondad hasta los bordes, no quiere que pase lo mismo ahora. Lo que desea es la unidad en la diversidad, para que coexistan todas las vidas en armonía. Algo muy difícil, porque muchas no pueden llamarse vidas. ¿Cómo se puede vivir con dos euros al día? La brecha entre países ricos y pobres es ya un abismo y la población mundial será de 9.000 millones dentro de medio siglo. En África, en Asia Meridional y el Medio Oriente faltará el agua. Puestas así de mal las cosas, la ausencia de Bush las empeora. Estados Unidos se niega a asumir compromiso concretos. ¿Qué importa que se reúnan 50.000 delegados de 100 naciones? El emperador está en su rancho. Su país es el más rico del mundo y el que más contamina el aire que es de todos, pero Bush tiene cosas que hacer más importantes que salvar la Tierra, que es un lugar donde incomprensiblemente hay muchas personas que no tuvieron la precaución de nacer en Norteamérica. Quedan ya sólo unos días para decidir qué planeta heredarán las generaciones futuras, que no tendrán más remedio que llamarnos degenerados. Se cagarán en sus padres y en sus abuelos por haberles legado una pocilga con olor a gas de efecto invernadero y unas cuantas, distantes, suites de lujo.