Diario de León
Publicado por
León

Creado:

Actualizado:

LOS asesores de la Casa Blanca dicen que George W. Bush no necesita autorización del Congreso para atacar a Irak. Para dejarle las manos libres sostienen que siguen vigentes los acuerdos parlamentarios de 1991 que permitieron a George Bush padre declarar la guerra del Golfo. Se deducen dos cosas: que los asesores presidenciales no son proclives a llevarle la contraria al presidente, no sea que les mande el finiquito, y que los dictámenes de la genética son imperiosos. En los Bush, mandar gente a la guerra es una tradición familiar. Muchos norteamericanos se preguntan cuál de los dos, el sénior o el júnior, resultará a la larga más funesto para su gran nación y sus habitantes. Las opiniones están realmente divididas, incluso dentro del propio partido republicano. Unos creen que el peor es el padre, ya que es el autor del hijo. En lo que no hay discusión es que la guerra contra Irak sería larga, costosa y complicada. Como todas. No se ha inventado ninguna que sea buena, bonita y barata. Se sabe que estamos en una víspera, pero ignoramos de qué día. Sadam Husein se ha convertido en el enemigo público número uno, ocupando el sitio del invisible Bin Laden, pero ni están demostrados sus vínculos con Al Qaeda ni que su país sea un arsenal de armas bacteriológicas. Es un tirano, sin duda, pero lo que es dudoso es el derecho de una nación para imponer que otra cambie de régimen. Para los americanos se ha transformado en el suplente de Hitler, o quizá en el propio Hitler, que voló en una alfombra mágica desde el bunker berlinés hasta Bagdad. No debemos pensar que la guerra que se está viendo venir nos pilla lejos, ya que si llega sucederá en el mundo. Todo repercute en todos: el efecto mariposa y efecto rebuzno. De momento, sólo con la amenaza del conflicto, el petróleo ha subido un ocho por ciento. Donde encuentran mayor eco los discursos de Bush es en las gasolineras.

tracking