Diario de León

Ser gitano, un auténtico chollo Carta abierta a Cecilio Vallejo Ser gitano, un auténtico chollo Carta abierta a Cecilio Vallejo

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León

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Cuando delinque un africano, colombiano, rumano, etcétera, el resultado es, casi siempre, más o menos el mismo: la justicia actua y es, según los casos, multado, encarcelado y hasta devuelto a su país de origen. Si el delincuente es español... más de lo mismo. Con la única excepción de que, desgraciadamente, no les queda más remedio que quedarse con dicho sujeto. Pero en ambos casos, la justicia y las «fuerzas del orden» suelen ser afectivas. Por lo tanto, si uno quiere librarse de un marrón asegurado, más le vale ser honesto y buena gente... o ser gitano. En efecto, nunca una etnia ha tenido tanto respaldo e impunidad como la raza calé. Para muestra un botón: un gitano (que para más inri era insolente y atrevido) infringe una ley de tráfico, raya mi automovil, me insulta cuando le increpo, y se da a la fuga. Llamo a atestados, les doy la matrícula del individuo y, cuando se entera que es gitano, el policía me dice con franqueza que mas me vale hacerme cargo de la pintura porque me arriesgo a perder el tiempo y dinero, además de que, posiblemente, no tenga seguro y que por lo tanto lo tengo muy crudo. Le hago parte de mi incredulidad al respecto y me contesta (con sinceridad) que tienen las manos atadas. ¡¡Pues que bien!!. Aparte de tener acceso a ayudas a las que nosotros no tenemos (ni por asomo) derecho, resulta que también tienen «inmunidad diplomática». ¡Manda cojones!. Disponen de protección que es, a todas luces, injusta y deplorable para el resto de la población. Resulta que cuando increpas a un calé o, con un poco de suerte, le pones la cara como un mapa, eres un intransigente, xenófobo y racista de mierda. Pero cuando intentas defender tus derechos y es él el que te da de ostias, la culpa también es tuya: te has metido en camisas de once varas. Y que se me ocurra a mi tener un accidente de tráfico sin seguro... pasaré más años a la sombra que un piso en situación norte. ¿Para cuando el organismo defensor del payo? Ellos lo tienen, y les va de vicio. Viendo los resultados, ser gitano, hoy por hoy, es un auténtico chollo. Jesús González Duque (Armunia). Ante sus propias declaraciones vertidas a la prensa el lunes 26 de agosto, sólo le puntualizo mi apreciación sobre sus propias palabras expresadas en tal rueda de prensa. Un error... lo puedo cometer yo mismo, como usted... Porque somos personas, seres humanos. Pero un señor constructor que nos amenaza, textuales palabras: «Basta de denuncias, les voy a quemar la casa» Y a continuación, este mismo señor, don Luis González, coge una motosierra serrando las vigas principales. Algo visto y constatado por varios vecinos, provocando el derribo lateral. Esto, señor Cecilio Vallejo, permítame, esto no es un error... Póngale usted mismo el calificativo que crea conveniente. Segundo punto de su rueda, grabada en vídeo. No entiendo cómo usted en todo momento califica al señor don Luis González como una persona seria y responsable con toda su trayectoria en la construcción. Creo que usted, señor Vallejo, con el alto puesto que desempeña en el ayuntamiento de León, usted, como autoridad, ante tal barbaridad realizada, no puede ni cabe expresar tantos elogios hacia la persona del constructor don Luis González. Tercer punto. A lo seguido del anterior párrafo, yo desde el punto de vista de un simple ciudadano, me pregunto, ¿quién hace demagogia? Son sus propias palabras. Rubén Óscar Gamundi (León). Cuando delinque un africano, colombiano, rumano, etcétera, el resultado es, casi siempre, más o menos el mismo: la justicia actua y es, según los casos, multado, encarcelado y hasta devuelto a su país de origen. Si el delincuente es español... más de lo mismo. Con la única excepción de que, desgraciadamente, no les queda más remedio que quedarse con dicho sujeto. Pero en ambos casos, la justicia y las «fuerzas del orden» suelen ser afectivas. Por lo tanto, si uno quiere librarse de un marrón asegurado, más le vale ser honesto y buena gente... o ser gitano. En efecto, nunca una etnia ha tenido tanto respaldo e impunidad como la raza calé. Para muestra un botón: un gitano (que para más inri era insolente y atrevido) infringe una ley de tráfico, raya mi automovil, me insulta cuando le increpo, y se da a la fuga. Llamo a atestados, les doy la matrícula del individuo y, cuando se entera que es gitano, el policía me dice con franqueza que mas me vale hacerme cargo de la pintura porque me arriesgo a perder el tiempo y dinero, además de que, posiblemente, no tenga seguro y que por lo tanto lo tengo muy crudo. Le hago parte de mi incredulidad al respecto y me contesta (con sinceridad) que tienen las manos atadas. ¡¡Pues que bien!!. Aparte de tener acceso a ayudas a las que nosotros no tenemos (ni por asomo) derecho, resulta que también tienen «inmunidad diplomática». ¡Manda cojones!. Disponen de protección que es, a todas luces, injusta y deplorable para el resto de la población. Resulta que cuando increpas a un calé o, con un poco de suerte, le pones la cara como un mapa, eres un intransigente, xenófobo y racista de mierda. Pero cuando intentas defender tus derechos y es él el que te da de ostias, la culpa también es tuya: te has metido en camisas de once varas. Y que se me ocurra a mi tener un accidente de tráfico sin seguro... pasaré más años a la sombra que un piso en situación norte. ¿Para cuando el organismo defensor del payo? Ellos lo tienen, y les va de vicio. Viendo los resultados, ser gitano, hoy por hoy, es un auténtico chollo. Jesús González Duque (Armunia). Ante sus propias declaraciones vertidas a la prensa el lunes 26 de agosto, sólo le puntualizo mi apreciación sobre sus propias palabras expresadas en tal rueda de prensa. Un error... lo puedo cometer yo mismo, como usted... Porque somos personas, seres humanos. Pero un señor constructor que nos amenaza, textuales palabras: «Basta de denuncias, les voy a quemar la casa» Y a continuación, este mismo señor, don Luis González, coge una motosierra serrando las vigas principales. Algo visto y constatado por varios vecinos, provocando el derribo lateral. Esto, señor Cecilio Vallejo, permítame, esto no es un error... Póngale usted mismo el calificativo que crea conveniente. Segundo punto de su rueda, grabada en vídeo. No entiendo cómo usted en todo momento califica al señor don Luis González como una persona seria y responsable con toda su trayectoria en la construcción. Creo que usted, señor Vallejo, con el alto puesto que desempeña en el ayuntamiento de León, usted, como autoridad, ante tal barbaridad realizada, no puede ni cabe expresar tantos elogios hacia la persona del constructor don Luis González. Tercer punto. A lo seguido del anterior párrafo, yo desde el punto de vista de un simple ciudadano, me pregunto, ¿quién hace demagogia? Son sus propias palabras. Rubén Óscar Gamundi (León).

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