Vivan las sátiras

DARÍO Fo, al que otorgaron el Nobel de Literatura hace cinco años, es un genial provocador. Un dramaturgo que cree en la risa. Hay sátiras a diario que invitan a reir. Y da ejemplos: se puede hacer reir limitándonos a contar lo que dice George W. Bush: piensa combatir los incendios forestales cortando árboles. Fo tiene 76 años y se agarra a la terapia de la risa, que siempre es salud. Sé por mi amigo/hermano Emilio Fernández Tuñón, quizá el mayor experto en incendios forestales de nuestra provincia, que a veces es necesario quemar o derribar árboles para apagar incendios. Lo explica científicamente, no con la simpleza del gran vigía del mundo, al que cualquier asesor le dio la frase. La globalización ya no entiende de confidencias ni de salones de estar. En el incendio forestal de Tabuyo del Monte, provocado por un punto borroso de los equipos lanzacohetes, las máquinas abrieron cortafuegos para detener al poder destructor del fuego. Fue necesario matar para garantizar vida. La resolución final de aquel episodio fue también una sátira: sin gracia, desde luego, sin arte y no sé si, al fin y al cabo, se logró transmitir un mensaje. Darío Fo invita a la sátira. Lo ha hecho durante la presentación de un festival de teatro en la calle. Estos días festivos en la provincia leonesa tenemos abonados los campos para la sátira. Es el fin de semana de las vírgenes: de la Encina, de la Zarza o de la Vendimia. Hay teatro en la calle en Santa María del Páramo, espectáculos y actuaciones en Cistierna, Ponferrada, Villamañán y otras muchas latitudes. En todas habrá sátiras. La sátira es un arte. Pero no se regala, sino que para conseguirla hay que tener una idea clara. Ahí está Silvio Berlusconi, testigo maquillado en la boda de las cuatro A, al que Fo despelleja sin compasión: «Italia tiene un primer ministro que al mismo tiempo es responsable de la cartera de Exteriores, dueño de una gran cantidad de industrias, gestor de seis cadenas de televisión, propietario del Milán C.F., y presidente de la Liga italiana de fútbol». Y amigo de Aznar, pese a que Garzón le tenga entre ceja y ceja procesal. Darío Fo, a lo que se ve, no está muy puesto en la realidad española. Aquí se llevó a cabo una huelga general el 20-J y se anunció su fracaso antes de iniciarla. El hijo de Pío, como dirían los cantores homéricos, se lanzó al campo de batalla mediática y voceó su sátira: No hay huelga general en España. La carcajada se escuchó hasta en Finisterre, pese a soplar con ira el viento y gritar su particular concierto las gaviotas. Aquella bufonada, amplificada antes con la invención de la visita de Felipe González a Marruecos, acabó desalojándole del poder. No ha sido menor la estrafalaria contradicción a las estadísticas: todas anuncian una caída entre 5 y 7 puntos del turismo. El ministro del ramo no se entera y vende otra burra preñada: Hemos tenido más visitantes que nunca. Y sátira, ¿o no?, es que León y su provincia sea el eje central de la atención política. La derecha está volcada y juega a dos manos, casi llenas. Zapatero, sin llegar al poder, no se imagina el valor añadido que está generando.