ENBLANCO
¿Una guerra?
LA previsible acción militar de los EE.UU. contra Irak plantea dos tipos de cuestiones: primera, la legitimidad en sí de la intervención; segunda, sus consecuencias económicas. Ambos temas tienen una crucial importancia porque permiten visualizar con mayor claridad las implicaciones de un potencial conflicto con el régimen presidido por Sadam Hussein, que en los últimos días ha aprovechado la Cumbre de Johannesburgo para realizar una verdadera ofensiva diplomática destinada a evitar la acción norteamericana y a restarla apoyo internacional. Irak es un peligro para la seguridad de la zona y para la mundial. No sólo existen fundadas pruebas de que ha realizado y realiza inversiones masivas en armamento de destrucción masiva (químico y nuclear), sino que no ha dudado en usarlo contra partes de su propia población, los kurdos. Por otra parte, el gobierno iraquí ha convertido su país en tierra de asilo y de entrenamiento para terroristas. Desde esta óptica, la eliminación de Sadam y de su régimen constituyen opciones legítimas tanto en el plano ético, sistema genocida, como en el de la realpolitik, un peligro para el mundo. Por otra parte, una guerra contra Irak corre el riesgo de desencadenar un alza del precio del crudo que ponga en peligro la ya debilitada recuperación de la economía mundial y se traduzca en una aceleración de las tensiones recesivas en los países industrializados. Esta es una de las razones por las cuales la mayoría de los Estados de la UE no apoyan la iniciativa estadounidense. En suma existe un conflicto, a corto plazo, entre las necesidades políticas y las realidades económicas que complica mucho la situación.