No era así, señor Zaplana

ESTE año, más de medio centenar de mujeres han sido asesinadas. Han muerto a manos de sus maridos o compañeros sentimentales. Se producen tantos casos -prácticamente seis cada mes-, que la opinión pública oscila entre la alarma social y lo más terrible: la costumbre. Es dramático decirlo, pero un crimen de género provoca indignación, pero ya no produce sorpresa. Los sucesos más habituales en los periódicos a lo largo de este 2.002 han sido los accidentes de tráfico y las mujeres que han perdido la vida de esta forma. Ayer, esta lacra social se discutió en el Congreso. El PSOE había presentado un plan de lucha. El Gobierno presentó el suyo. Y ocurrió lo anunciado: el plan socialista fue rechazado en su conjunto. «Plantea puntos imposibles de abordar», dijo el ministro Zaplana. En consecuencia, se aprobarán las diez medidas gubernamentales. Hasta aquí, nada que objetar: lamento que un asunto tan dramático no suscite un mínimo acuerdo, pero así es la ley de la mayoría. En tiempos casi electorales, nadie quiere dar una baza al adversario. Analizado ese decálogo de propuestas, lo siento por el entusiasmo de don Eduardo Zaplana: no es eso lo que teníamos derecho a esperar. Más que un plan de prevención, presenta un plan de alivio. La única prevención que contempla es el sistema de telealarma para mujeres que presenten denuncia. Lo demás se queda en pura asistencia o en el fácil recurso a los juicios rápidos, que parece que resolverán todo en este país. Es asistencia, y no prevención, la ayuda económica o la bonificación empresarial. Y tampoco es prevención el endurecimiento de penas por mucho que resulte imprescindible. Lástima. Temo que estemos ante otra ocasión perdida. Y, por una vez, quizá tenga razón el PSOE: ayer nos presentaron unos parches. Lo malo es que, dada la mayoría del proponente, serán parches los que se aplicarán a algo que se ha llamado terrorismo doméstico.