Curso político

EL Señor de Bembibre no volverá a cabalgar hasta el año que viene, tras arrebatarle el amor de doña Beatriz al conde de Lemos; los chicos, jóvenes, y los que no lo son tanto, de Camponaraya, han guardado sus tirachinas y dejan de ser amenaza mortal de pardales, tordos y golondrinas. No se desbocaron, pero acortaron con vértigo las distancias, los caballos en la campa de la Era de Villabalter, y en Sorribos de Alba perdió sus alas un helicóptero con once brigadistas en su panza de metal, salvándose todos milagrosamente. El vuelo de un helicóptero es vertical, como el de los fuegos de artificio. Pero, a veces, no tiene vigor suficiente para despegar del suelo y mirar al cielo. El helicóptero de servicio antiincendios enredó sus faldas traseras en el matorral y se estrelló de bruces, convirtiéndose en hoguera de fuego y humo. Tampoco pudo el cohete de artificio levantar el vuelo en las fiestas de Aranda de Duero y terminó rubricando la tragedia horizontal: seccionó la yugular a un niño de 13 años. Rebusco en el fin de semana, y además de un tiempo magnífico que explosionó ayer su llanto de lluvia, puedo -podemos- anotar el cierre con rotundo éxito de la segunda edición del Pro-Am Diario de León de gof, el atasco de la Cultural en su campo, y la derrota de la Ponferradina en Madrid. Desde mi balconada se divisa todavía el reto de la manifestación por una Euskadi libre y su posterior disolución por la ertzaina, el cumpleaños feliz de Felipe Antolín en Cea, quien debajo de su boina no tiene un terrón seco, sino un manantial fresco y de vida. Y he visto, también, la generosidad en la romería de Manzaneda y otros acontecimiento menores. Mueren las fiestas del Cristo y de numerosas vírgenes en la provincia, y ahora se inicia el curso de la normalidad social: el curso político, con más aspirantes que alumnos. De hecho, la enseñanza pública -la otra no me interesa- ha perdido algunos miles de alumnos, pero crecerán como hongos los aspirantes a corregidores, procuradores, diputados provinciales, ediles y pedáneos. Miro a través del ventanal y no pongo vaho en los cristales. Terminó la exposición «San Isidoro, Doctor Hispanea», con 45.000 visitantes, y nuestra ciudad encontró agujero para estar entre la media docena de la EU que proyectan salvar a los cascos antiguos de la desidia. El anuncio ha sido coincidente con la puesta en escena de la semana europea catalogada como «de la movilidad», a la que se han sumado 202 ciudades españolas, entre ellas la nuestra. Culminará el domingo sin coche, con la ya anacrónica demanda del carril bici. He bajado la persiana blanca de este balcón y he leído en letraset la noticia de la apertura del Año Judicial, con el plan de lucha contra la delincuencia como eje de debate. La reforma del Código Penal llena de dudas a los demócratas. La sospecha es que las cárceles acabarán repletas porque Aznar ha copiado la letra de la canción de sus años jóvenes: «Si yo tuiviera una escoba, cuántas cosas barrería». Las demandas del Gobierno pretenden solucionar problemas sociales por vías penales. Es decir: utilizar la escoba donde, tal vez, sólo hay una mota de polvo.