El valor añadido de Zapatero

OTRA vez le ponen alas a León. Hace dos años y medio la promesa voló majestuosa, como las águilas, pero acabó echando sus garras al suelo. Los populares han sacado de la manga, contra pronóstico y por sorpresa, un nuevo comodín -quizá con la figura de San Isidoro, cuya Basílica visitó el ministro- para casar las cartas de su particular escalera por la que deberán trepar los pilotos hasta las cabinas del avión de combate «Eurofighter». Ayer, agotado el día europeo ¡León sin mi coche!, bajó del cielo el ministro de Defensa, Federico Trillo, y el presidente de la Sepi, Ignacio Ruiz Jarabo, para firmar algo así como un convenio de buenas intenciones: la realización del estudio de viabilidad que determinará tanto la dimensión del proyecto como su financiación y condiciones. Después de dos años y medio con los motores apagados, el Gobierno ha girado la llave de la puesta en marcha. Y el PP leonés, anfitrión del Congreso Regional, a celebrar el día de San Froilán, obispo y anacoreta, ha vuelto a sonreir. Ya tienen postal en color para ofrecer. El PP llevaba un mes avergonzado por la sequedad de José Mª Aznar en su última visita a las obras de la autovía León-Benavente. Un Aznar cejijunto y lacónico que se limitó a responder a la diputada socialista Amparo Valcarce cuando le interrogó sobre la escuela de pilotos: «Hoy no toca», y luego elevó los ojos al cielo azul de Chozas para afirmar: «Hace buen tiempo». Aznar dio un bofetón en toda regla a los populares leoneses, que han soportado las críticas aceradas de las demás formaciones políticas, económicas y sociales. En dos años y medio de silencio desconcertado, sólo el senador Alfredo Prada, ha mantenido el tipo para defender el proyecto y la palabra de Aznar. No sé si era el único parlamentario bien informado, pero le sobran argumentos para humillar a los directivos azules de León. La nota de prensa del presidente provincial, López Benito, sobre el tema es, cuando menos, un disparate orgánico. Con estas alforjas, ni el obispo Froilán habría llegado a la condición de anacoreta. La rúbrica del convenio de ayer no invita a nada: ni al optimismo desaforado del PP leonés, ni a la crítica rotunda de la oposición. Sólo a la cautela. Sin embargo, como dice un amigo que huele a chamusquina antes incluso de que comience el fuego, se dan todas las circunstancias políticas para sospechar que «aquí hay gatomaquia». El anuncio tiene tanto tufo efectista que obliga al recelo. Sobre todo porque la estragia popular, desde hace meses, es diáfana. León se ha convertido en estandarte en la pre-campaña y en la otra cierta de rascar votos. No hay duda: Rodríguez Zapatero, sin llegar a nada todavía, aunque ya lo sea casi todo, ha conseguido convertirse en el mejor valor añadido de la provincia. Ahora llegan ministros, consejeros y otros santones como si fueran una plaga. Lo mismo comparecen para inaugurar una Ronda, que para avalar un saneamiento de aguas fecales. El PP se empeña en taponar los boquerones de Rodríguez Zapatero en España, en León y provincia, y quizá sólo está consiguiendo que sean más amplios.