Encima de la mesa
QUIENES tenemos un gran porvenir a nuestras espaldas no debemos preocuparnos demasiado, pero eso de comer bien, que depende más de la buena calidad de los productos que de su precio, se le va a poner muy difícil a nuestros descendientes. Antes de un año llegarán a los supermercados europeos la carne y la leche que les han dado a los animales clónicos. Lo que se ponga encima de la mesa va a ser altamente sospechoso y hacer la digestión puede ser lo último que haga mucha gente. La seguridad alimentaria de estos productos, que avalan los expertos a sueldo, suscita un gran recelo. Ya sabemos que lo que no mata engorda, pero seguimos sin saber si nuestro organismo está diseñado para consumir productos procedentes de vacas o cerdos clónicos. La intromisión en la gastronomía de la biotecnología producirá sus primeros mártires y los manteles se convertirán en sudarios. Habrá una selección darwiniana y sólo podrán sobrevivir los más fuertes. Se confía que en España, que es una de las dos tierras de garbanzos que existen, haya menos víctimas. Quienes están habituados a ingerir esa munición amarilla que hace su explosión horas más tarde de la sobremesa, están en condiciones de resistir cualquier agresión de alimentos genéticamente manipulados. Dicen que, en teoría, los animales clónicos que se obtengan a partir de transferencias nucleares de células adultas serán copias muy aproximadas de sus progenitores y, por lo tanto, si salen a papá o a mamá, no deberán suponer un riesgo alimenticio. Pero ¿y si salen al señor del laboratorio que ha logrado la clonación? Ya se ha suscitado una fuerte controversia en los países donde comer un par de veces al día es una tradición. En las naciones donde hacer la digestión es una extravagancia las preocupaciones son menores. Ojalá en África pudiera hacerse un boicot a los salmones transgénicos, como el que se ha anunciado en los Estados Unidos. Allí los chefs sólo pueden recomendar diversas carnes de explorador. Por lo menos ellos han comprobado que se trata de una dieta adecuada.