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Villalba y la escuela de pilotos Rabia y pena por los vascos Más sobre los perros

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M.N. Sierra, llama al Teléfono del lector diciendo: «Los que no tenemos compromiso alguno con ningún partido político, sufrimos con las declaraciones de los que dicen, sólo dicen, que luchan por los ciudadanos. Pobres ciudadanos... El delfín del señor Zapatero, señor Villalba, quizás siguiendo las directrices de su jefe, amigo, o del partido, o quién sabe... y siguiendo las normas seguidas desde siempre, -«de qué discutes, que me opongo aunque sea bueno para el pueblo»-, recurren a la denuncia, a los insultos y la maledicencia, es el destino de los jefes del cambio tranquilo que, con sus formas airadas, es la antítesis de la tranquilidad y algo más. Al afirmar el señor Villalba que el Ejército se opone a la Escuela de Pilotos, no es, señor Pueyo, no es sólo que ha exhibido un dudoso sentido de la oportunidad política, ¿eso es política? Eso es una bajeza y una infamia: por sus frutos, los de antes y los de ahora, los conoceréis». Manuel G. Rodríguez quiere llamar la atención sobre lo siguente: «¿Por qué el señor Ibarretxe y sus colegas del gobierno vasco no se dan cuenta de una vez que están gobernando el único país de la Unión Europea en el que hay un grupo de salvajes que sojuzga y tiene amedrentados a todos sus ciudadanos? ¿Cuándo se verá claro, con los hechos, de que eso es una prioridad sobre todas las prioridades? ¡Pobre prestigio de los vascos! ¿Dónde va a ir a parar? Ya pronto no quedará nada. Viendo en la televisión que en Leiza, donde mataron a ese joven guardia asturiano, sólo habían acudido medio cenenar de personas a la manifestación de repulsa, sentí rabia y pena de comprobar que hay tanta gente sin agallas y amedrentada». Jaime Tena llama al respecto de una llamada anterior sobre los perros y la mala educación de sus dueños. «Dice un comunicante que ya está bien de meterse con los perros que dejan sus excrementos en cualquier lado que él no se mete con los guarros que van escupiendo, etcétera. Creo que no se pueden confundir las cosas; las dos cosas están mal pero lo de los dichosos canes es que clama al cielo. ¿O no?»

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