Diario de León

Réquiem por un pueblo Ya huele a San Froilán Réquiem por un pueblo Ya huele a San Froilán

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León

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«Tengo miedo», me decía mi madre ayer por la noche. Era la primera vez que le oía decir tal cosa. Horas antes, un anciano de un pueblo vecino había sido apaleado en su casa. Tres delincuentes extranjeros se habían ensañado con él buscando dinero. Ahora yace en el Hospital de León y probablemente pierda un ojo. Hace años empezaron cerrándonos las escuelas. Después nos pusieron el caramelo de las subvenciones en los labios para que paulatinamente fueran desapareciendo de nuestros pueblos las vacas, la ganadería en general, se fueran abandonando los campos, y ante la falta de perspectivas de futuro, nuestros jóvenes fueron dejando sus pueblos para buscar un futuro mejor en las ciudades. Sólo en la provincia de León hay casi cien pueblos a punto de desaparecer. Muchos de ellos a corto plazo. Y es que ya no es ni seguro vivir en ellos. Aquellos años en que no se cerraban las puertas ni las ventanas, porque no pasaba nada ya pasaron a la historia. Se está convirtiendo en algo habitual que bandas de delincuentes extranjeros entren a robar en los pequeños negocios de los pueblos y en las casas particulares. La gente mayor y que vive sola tiene miedo, y prefiere sentirse protegida en la gran ciudad, ¡paradojas de la vida! Otros han desempolvado la escopeta de caza y la han colocado al lado de la cama... por si acaso. La Guardia Civil queda ahora muy lejos, han cerrado muchos cuarteles y tampoco es efectiva. Se quejan de los jueces... «¡para qué vamos a esforzarnos si al día siguiente están de nuevo en la calle!» Sólo pedimos un poco más de atención para nuestros pueblos, mientras los políticos prometen (una promesa más) luchar más contra la delincuencia para la próxima legislatura, claro, que les votemos. (¡bastante que les preocupa a ellos!) Es natural, ellos viven en urbanizaciones privadas con guardas jurados en cada esquina, viajan en coche oficial rodeados de guardaespaldas, y recorren el país en helicóptero. ¡Como para quitarles la cartera!». Carlos Carrera García (Sueros de Cepeda). Ya huele a San Froilán en La Virgen del Camino. Adolfo, con su bote de pintura, este año verde, y su rocha, marcando los puestos, es síntoma inequívoco de que la romería está cerca. El Seve, como cada año, preocupado de que no le tapen la entrada al bar con los puestecillos de baratijas y le enganchen la luz a su caja y le dejen a oscuras. Toño, el terror de las truchas, mosqueado. No es para menos. Los contenedores de vidrio siempre se sabe cuándo se llenan pero nunca cuándo se vacían, al igual que los de papel, oído, amigo David ya que yo no sé, ni es de mi incumbencia el saber en qué condiciones está redactado el contrato de recogida de tales residuos. Por cierto, ¿queda tiempo para que se coloquen, estratégicamente, unos cuantos urinarios portátiles que alivien a romeros y hosteleros? De la calle Traslascasas ¿para qué voy a hablar? Michelín, no te preocupes que me han dicho que de ésta va. Se lo ha tomado en serio el señor Fandiño. ¿Te figuras tu calle, perfectamente asfaltada e iluminada, cruzada por coches de última generación conducidos por pilotos sepa Dios de dónde? De verdad, ¿te la figuras? Yo tampoco. En fin, lo importante es que la fiesta discurra de la mejor forma posible y todos, vecinos y forasteros, disfrutemos al máximo. ¡Viva San Froilán! Aquilino Laserna Perea (La Virgen del Camino). «Tengo miedo», me decía mi madre ayer por la noche. Era la primera vez que le oía decir tal cosa. Horas antes, un anciano de un pueblo vecino había sido apaleado en su casa. Tres delincuentes extranjeros se habían ensañado con él buscando dinero. Ahora yace en el Hospital de León y probablemente pierda un ojo. Hace años empezaron cerrándonos las escuelas. Después nos pusieron el caramelo de las subvenciones en los labios para que paulatinamente fueran desapareciendo de nuestros pueblos las vacas, la ganadería en general, se fueran abandonando los campos, y ante la falta de perspectivas de futuro, nuestros jóvenes fueron dejando sus pueblos para buscar un futuro mejor en las ciudades. Sólo en la provincia de León hay casi cien pueblos a punto de desaparecer. Muchos de ellos a corto plazo. Y es que ya no es ni seguro vivir en ellos. Aquellos años en que no se cerraban las puertas ni las ventanas, porque no pasaba nada ya pasaron a la historia. Se está convirtiendo en algo habitual que bandas de delincuentes extranjeros entren a robar en los pequeños negocios de los pueblos y en las casas particulares. La gente mayor y que vive sola tiene miedo, y prefiere sentirse protegida en la gran ciudad, ¡paradojas de la vida! Otros han desempolvado la escopeta de caza y la han colocado al lado de la cama... por si acaso. La Guardia Civil queda ahora muy lejos, han cerrado muchos cuarteles y tampoco es efectiva. Se quejan de los jueces... «¡para qué vamos a esforzarnos si al día siguiente están de nuevo en la calle!» Sólo pedimos un poco más de atención para nuestros pueblos, mientras los políticos prometen (una promesa más) luchar más contra la delincuencia para la próxima legislatura, claro, que les votemos. (¡bastante que les preocupa a ellos!) Es natural, ellos viven en urbanizaciones privadas con guardas jurados en cada esquina, viajan en coche oficial rodeados de guardaespaldas, y recorren el país en helicóptero. ¡Como para quitarles la cartera!». Carlos Carrera García (Sueros de Cepeda). Ya huele a San Froilán en La Virgen del Camino. Adolfo, con su bote de pintura, este año verde, y su rocha, marcando los puestos, es síntoma inequívoco de que la romería está cerca. El Seve, como cada año, preocupado de que no le tapen la entrada al bar con los puestecillos de baratijas y le enganchen la luz a su caja y le dejen a oscuras. Toño, el terror de las truchas, mosqueado. No es para menos. Los contenedores de vidrio siempre se sabe cuándo se llenan pero nunca cuándo se vacían, al igual que los de papel, oído, amigo David ya que yo no sé, ni es de mi incumbencia el saber en qué condiciones está redactado el contrato de recogida de tales residuos. Por cierto, ¿queda tiempo para que se coloquen, estratégicamente, unos cuantos urinarios portátiles que alivien a romeros y hosteleros? De la calle Traslascasas ¿para qué voy a hablar? Michelín, no te preocupes que me han dicho que de ésta va. Se lo ha tomado en serio el señor Fandiño. ¿Te figuras tu calle, perfectamente asfaltada e iluminada, cruzada por coches de última generación conducidos por pilotos sepa Dios de dónde? De verdad, ¿te la figuras? Yo tampoco. En fin, lo importante es que la fiesta discurra de la mejor forma posible y todos, vecinos y forasteros, disfrutemos al máximo. ¡Viva San Froilán! Aquilino Laserna Perea (La Virgen del Camino).

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