París engorda a Rabat

ES una verdad comúnmente admitida que sin el refugio de Francia -que durante un cuarto de siglo ha servido de madriguera a los terroristas. Afortunadamente la tendencia de las autoridades francesas a mirar hacia otra parte cada vez que los etarras perpetraban un asesinato, ha cambiado. Dos factores parecen haber acelerado ese cambio feliz: que rompiendo una norma de oro entre ellos los terroristas han empezado a disparar también contra los gendarmes y que, tras el 11 de Septiembre, los gobiernos de todo el mundo han tomado conciencia de la amenaza global que supone el terrorismo. Como resultado de ese cambio, el Gobierno francés cooperando activamente en la lucha contra la ETA. Más allá de las reciprocidades obligadas por la común pertenencia a la UE para el Gobierno español la buena relación con Francia es prioritaria y constituye uno de los ejes estratégicos de nuestra política exterior. Esa prioridad se torna por desgracia servidumbre al analizar los factores que subyacen en la crisis abierta entre España y Marruecos. ¿Porqué digo esto? Pues porque a medida que se multiplican los episodios de tensión (reales o imaginados) y los desplantes de Rabat -con el aparejado decaimiento de la actividad comercial de las empresas españolas en Marruecos- crecen las evidencias que señalan el imparable crecimiento de la presencia francesa en todos los campos de la economía y las finanzas marroquíes. Francia engorda en Marruecos a costa del retroceso de España. André Azulay, consejero áulico del rey Mohamed VI es un antiguo editor que tiene acreditada fama de servir los intereses de París. De él se dice que es el hombre clave para interpretar la tortuosa política de Marruecos con España. Lo que desde España no podemos decir, al menos hasta que no desaparezca el terrorismo, es la de faenas que nos está haciendo Francia en relación con Marruecos. Por eso me temo que han caído en saco roto las palabras de la ministra Ana Palacio pidiendo ayuda a Francia para poner a Marruecos en su sitio porque para París, Rabat está bien donde está.