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Publicado por
León

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EL ex secretario general de Convergencia i Unió, Pere Esteve, trató de justificar su opinión contraria a la ilegalización de Batasuna alegando que el mundo de ETA no es comparable a la banda Baader-Meinhof alemana, o a las Brigadas Rojas italianas, porque en el caso vasco se produce una circunstancia que no se da en los otros, que es el apoyo social. Y añadía que precisamente por esta característica de ETA cualquier solución tenía que ser esencialmente política y dialogada. Esteve no es el único en pensar de esta manera, que, por cierto, es la manera de pensar de ETA; con él comparten esta opinión -al menos oficialmente- todos los nacionalistas vascos, catalanes y gallegos, firmantes del llamado Documento de Barcelona. Individualmente es probable que no sean pocos los militantes de esas formaciones que discrepen abiertamente, pero no lo hacen saber en público. Este sofisma del apoyo social suena bien, suena incluso a democrático y respetuoso con la voluntad popular, etcétera. Pero eso se debe a que la infección de positivismo ha calado hasta los tuétanos en nuestra sociedad, un positivismo negador de valores objetivos, externos y superiores a la voluntad de las personas y la letra de las leyes. También Hitler gozó de un apoyo social inmenso y entusiasta, infinitamente mayor que el apoyo que un sector minoritario de la sociedad vasca presta a ETA, y no por ello pueden jamás obtener ni legitimidad ni respetabilidad su régimen y sus crímenes. Hay valores objetivos, externos y superiores al querer de las personas, ante los cuales las leyes y la voluntad de los hombres deben ceder.

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