Cerrar
Publicado por
León

Creado:

Actualizado:

AS banderas nacionales son símbolos de mucha dignidad y, por ello, necesitadas de un delicado tratamiento. Al ser un bien público, su privatización sectaria, sea en el fútbol o en la política, puede crear entre facciones humanas conflictos muy graves y hasta sangrientos, hasta el punto de que un humorista español ha llegado a proponer que toda bandera lleve adosado a su asta un botiquín. Muchas situaciones de urgencia carecían de vendas para las primeras curas. En España, país de Historia tormentosa, la democracia ha sido un bálsamo social, hasta en el territorio que hoy parece más tenso e ideológicamente divido, y la bandera roja y gualda no plantea ningún problema serio, a no ser a nacionalistas insuficientemente diferenciados o a hinchas pronazis de algún equipo de fútbol, por lo que no se entienden bien las razones del Gobierno popular, a instigación del presidente, según se ha dicho, para celebrar en la madrileña plaza de Colón un homenaje a una macrobandera, de muy cerca de 300 metros cuadrados de extensión, equivalentes a un latifundio patriótico/textil que tal vez debiera registrarse como record en el Guinness. Cuando se trata de defender la Constitución frente a propuestas o, más bien, planes soberanistas que podrían vulnerarla, la mejor estrategia no es la de los símbolos sino la de los argumentos, porque mientras los argumentos aproximan, o pueden aproximar, los símbolos, por las diferentes cargas de sentimientos que transportan, pueden ahondar las diferencias, y suelen ahondarlas. La bandera nacional es respetada por toda la sociedad española, si exceptuamos las reservas en algún enclave radical del País Vasco, y ello a pesar de que en nuestra última guerra incivil de los tres años, la bandera rojigualda fue la del banda vencedor, que ha sido aceptada por los hijos o nietos de los perdedores. Pero lo importante ahora no es descubrir las razones que han impulsado al Gobierno del PP a organizar un homenaje mensual a la bandera, tras el rendido a la de los 300 metros cuadrados, sino evitar que se prolongue la polémica desatada. En el estallido de la polémica ha influido el hermetismo del Gobierno, que no consultó el homenaje al resto de las fuerzas políticas, y el líder socialista Zapatero decía ayer que el PP se había apropiado de un símbolo que es de todos, y ya en plan de consejero paternal, añadió: «Creo que el PP debería actuar con un poco más de prudencia, con un poco más de sensatez en estas cosas». Lo mejor que puede hacerse en este momento es que la polémica se acabe y, según apostillaba Rodríguez Zapatero, que «estemos todos tranquilos y en primer lugar el Gobierno». En el fondo ha sido bueno que se haya dicho que la bandera es de todos, para que no la privatice el PP en su propio beneficio.