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Publicado por
León

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LO único que marcha bien en la alta política, en la llamada política de Estado, es el entendimiento entre Gobierno y PSOE en materia de lucha contra el terrorismo. Se pelean por el uso de la bandera, son incapaces de hacer un pacto por la enseñanza, tienen criterios enfrentados sobre delincuencia; pero ETA y Batasuna les hace funcionar como si fueran el mismo partido. El mayor mérito lo tiene Zapatero, que paga un alto precio: es fácil presentarle como acólito de Aznar. Esa imagen le quitó muchos votos al Partido Socialista en las últimas elecciones vascas. Si, pese a todo, mantiene su disposición a la unidad, es más generoso de lo que resulta habitual en política. Ayer, el Pacto Antiterrorista lo puso otra vez de manifiesto: en lo que trasciende al exterior, PP y PSOE funcionan como una piña y aprueban las propuestas sin discrepancias. ¿Qué les une? Aunque suene grandilocuente, les une la defensa de la vida y la libertad. Y les empuja el hecho que han tenido que verse en muchos entierros. Esa es la causa del plan de seguridad de concejales, de sus familias y bienes y de las sedes de partidos. A ese plan sólo se le puede reprochar que haya tardado tanto tiempo en disponer de dotación económica. Ayer mismo tuvimos la sensación de que es más fácil encontrar once millones de euros para esa broma de la venta del censo que tres millones para proteger a los amenazados por el terrorismo. Dicho eso, ambos partidos deben cuidar una cuestión de imagen. Celebrar esa reunión «en plena crisis soberanista», como ayer decía este periódico al hablar de la bandera, puede producir la impresión de que no sólo se trabaja contra la violencia, sino que se trata de fortalecer el «bloque constitucional» frente a los nacionalismos. Y hacerlo a los pocos días del desafío de Ibarretxe puede parecer una respuesta, como si se identificara al lehendakari con el terrorismo. Y no es eso. ¿Verdad que no?

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