AL TRASLUZ
Pasiones bajitas
VISTO lo visto, no parece que los nuevos concursantes de Gran Hermano puedan pasar por licenciados en Harvard. Cacha masculina y cacha femenina. Además hay uno que no sabe si quiere ser cura; pues dudo que ahí pueda aclarar su comecome, porque la casa no es precisamente un templo para la meditación trascendental. Después de tres ediciones, podemos afirmar que lo malo no es ya el programa en sí sino lo que viene después, el desfile de los odios ramplones, el derrumbe de los amores pinchados con alfileres, las madres de las corderas, en fin, la rentabilización de las pasiones bajitas, que es la versión cutre de las bajas pasiones. Y como el espectador exige más madera, y teniendo en cuenta que lo de la guerra lésbica ya ha quedado muy quemado en la anterior edición, ahora debe de tocarle a los chicos, o a alguien que se enamore de la cabra, que para eso la han comprado, y hay que rentabilizarla. No cuestiono el interés de los programas sobre el mundo del corazón, pero es que ahora lo raro es que haya uno que no lo sea. Y a cualquier cosa llaman corazón. Y a cualquier cosa llaman una estrella del pop. Y a cualquier cosa llaman triunfo. En fin, las televisiones nos quieren adolescentizar las neuronas, que regresemos todos a la edad de la espinilla, pero sin rebeldía, todos mansines. Y pensar que mi generación creció viendo en televisión los clásicos del cine negro, en Sesión de Noche. Ahora pones una de Bogart y protestan porque ya no se llevan las gabardinas. ¡Sálvese quien pueda! Sería para tomárselo a chufla si no fuese porque es la invasión de los bárbaros.