Ataque de nervios

UNA especie de azogue recorre las venas financieras y empresariales. Parece que ese ataque de nervios de las bolsas también está afectando a las Cajas de Castilla y León, a sus estrategias, decisiones, y a algunas empresas en las que tienen intereses. Son noticia, cuando lo que desean es no serlo, salvo para publicitar las cuentas positivas de resultados. Venía coleando desde hace semanas el malestar del gran «gurú» de Caja Duero, Sebastián Bataner, auténtico peso pesado en los círculos financieros de Castilla y León, a raíz de algunas informaciones filtradas sobre Ebro-Puleva, en la que han desembarcado demasiados marineros azules. Caja Duero agarró el tema por los cuernos y provocó la reunión de las Cajas, a la que asistió la consejera de Economía, Isabel Carrasco. Y la entidad de ahorro salmantina expuso lo que ya tenían decidido sus órganos de gobierno: autoexcluirse del acuerdo de inversiones estratégicas de la Comunidad, firmado en 1997 por todas las Cajas, excepto la burgalesa Círculo Católico, con la Junta de Castilla y León. Bataner dice que aquel acuerdo ya no sirve, aunque sólo, de hecho, tuvo validez en una ocasión: el proyecto Ebro-Puleva. También esa actuación quiere revisarla Caja Duero. No le gusta cómo caza la perrita y desea replantear la situación partiendo de cero. Y unos días antes de esta reunión político/financiera, saltaron todas las alarmas en Retecal, segunda operadora de cable en Castilla y León, tras Telefónica; la empresa regional por excelencia en el campo de la comunicación. Estaba prevista la ampliación de capital, en la que todos estaban de acuerdo: Desde los accionistas mayoritarios --Hidrocantábrico, Caja España y Begar--, a los pequeños, que no lo son tanto: hay quien tiene en Retecal 9 millones de euros, que no es moco de pavo. Todo normal, pero entró en juego alguna negra sombra, como en los desfiles de las ánimas por los bosques gallegos, y pretendió mover el organigrama directivo. El desenlace ya lo conocen: Hidrocantábrico y la caja propietaria, Cajastur, no acudió el pasado martes, fecha límite, a la ampliación. Manuel Menéndez, presidente de la entidad de ahorro asturiana y de la hidroeléctrica, no lo vio claro y actuó con la prudencia de manual que debe tener todo alto directivo. Me aseguran quienes le conocen bien que es ágil, listo, y aventa los balones hasta cuando se los lanzan por la espalda. Lo demostró en el ya olvidado pleito con el Gobierno del Principado. Las cosas volvieron, tras la tormenta, al estado originario, aunque hayan caído algunos rayos, como el que prendió en las páginas de «Gaceta de los Negocios», en que se daba la certeza de la «muerte súbita» de José Luis Ulibarri en la presidencia de Retecal y de Florencio Carrera en la dirección general de cadena televisiva del grupo en Castilla y León. Una intoxicación de alcance. Y como la tormenta ha sido ahogadora, ayer mismo volvieron las reuniones al más alto nivel: del Consejo de Caja España y de Retecal, por separado, eso sí, cada uno en sus respectivas sedes. Cuando me asomo al balcón continúan los plenarios.