Quince más diez

AHORA Bruselas pone en marcha el proceso para la adhesión de diez nuevos países a la UE en 2004. Y vuelve a dejar en la estacada a Turquía, que solicitó el ingreso en 1987, porque no cumple los mínimos requisitos políticos exigidos por los Tratados. Los españoles sabemos muy bien lo que es eso, pues nuestro país no pudo ingresar hasta 1986, y eso que varios años antes ya cumplía las exigencias políticas. La Unión Europea tiene que ser siempre una organización supranacional caracterizada por el respeto estricto a los principios democráticos y a las reglas de juego de la democracia. Pero me paree que todo eso es necesario pero no suficiente para que podamos hablar de la unidad europea desde la perspectiva en que la concibieron los padres fundadores, que soñaban con una Europa solidaria que elevaría el respeto a las libertades a la categoría de paradigma de la Humanidad. Lo mismo querían los europeístas españoles que luchaban contra la dictadura franquista con la bandera del europeísmo. Esos diez estados que ahora se disponen a ingresar en la UE son muy heterogéneos y difícilmente se comprende que su entrada en bloque pueda ser bien digerida por las actuales estructuras comunitarias. Era más racional el sistema seguido hasta ahora, según el cual los estados se iban incorporando en grupos de dos o tres, lo que hacía más llevadera la adaptación y el proceso de integración. Ahora parece importar menos la calidad del conjunto e incluso los problemas que se engendran a países ya miembros como España, que tendrá que decir adiós a las ayudas que venía recibiendo.