Adiós a 2020, un ‘annus horribilis’, que diría la reina de Inglaterra
Con esta frase latina «annus horribilis» (año horrible), la reina Isabel II definió al año 1992, después de 12 meses de calamidades en su propia familia.
El año 2020 también podría ser considerado como un «annus horribilis» para el mundo en general y para España en particular. La pandemia del covid-19 ha supuesto un colapso sanitario, una crisis social, una situación crítica de nuestra economía, que aún no se ha manifestado en toda su gravedad, un caos político y un replanteamiento religioso. Realmente ha sido un año horrible que pone a prueba el alma de un pueblo y de la humanidad entera. ¿Qué podemos aprender de este año horrible sobre la situación de España y cuáles son las secuelas que nos ha dejado, tal como lo revelan su sistema sanitario, social, económico, político y religioso?
—Sistema sanitario. A fuerza de repetirnos que teníamos el mejor sistema sanitario del mundo, muchos lo llegamos a creer. La mayoría de los españoles pensábamos que nuestro sistema de atención médica era el mejor del mundo; que contábamos con especialistas altamente cualificados, que nuestra tecnología médica era capaz de afrontar cualquier adversidad. Sin embargo, los hechos nos han demostrado que estábamos mal preparados para una pandemia. Los especialistas están cualificados, pero son pocos, los hospitales tienen máquinas extraordinarias, pero no suficientes, y les faltaban artículos de primera necesidad, como equipos de protección personal, mascarilla, guantes, etc. Las existencias médicas de emergencia eran inadecuadas.
Lo más grave de este 2020 es que, en medio de la pandemia, un gran número de personas ignoraron el consejo de expertos en atención médica para reducir la propagación del virus mediante el uso de mascarillas, el distanciamiento físico y el lavado de manos. Incluso muchos siguen siendo reacios a cambiar su comportamiento social, celebraciones masivas, reuniones con familiares o amigos, para proteger su salud. Más aún, todavía hay quienes siguen negando la misma pandemia, por lo que no es de extrañar que ignoren los consejos de los expertos. Y el resultado que nos arroja la pandemia son los más de dos millones de contagiados y más de 70.000 muertes, lo que en números relativos nos sitúa a la cabeza de los países más castigados por el covid 19. Ante estos datos, se puede decir que, frente al coronavirus, nuestro sistema sanitario ha fracasado estrepitosamente, lo que nos hace concluir que necesitamos una potente sanidad pública y una clase política más eficiente.
—Sistema social. El covid-19 se ha expandido sin control a nivel mundial y también a nivel de las distintas comunidades autónomas de nuestro país, pasando factura a los individuos, las familias y la sociedad entera. La pandemia creada por el covid-19 en 2020 ha afectado y sigue afectando en 2021 a nuestra sociedad por su repercusión en nuestra forma de vivir. El distanciamiento físico y la obligación de quedarse encerrados en casa han cambiado la dinámica laboral, escolar, familiar y social de muchas personas. El confinamiento y las otras medidas que limitan nuestra libertad producen estrés, ansiedad y miedo, generado por la incertidumbre de la situación en la que vivimos. Se ha desencadenado lo que algunos han llamado «fatiga pandémica», que afecta negativamente a nuestra sociedad.
El confinamiento y las otras medidas que limitan nuestra libertad producen estrés, ansiedad y miedo, generado por la incertidumbre de la situación. Se ha desencadenado lo que algunos han llamado «fatiga pandémica», que afecta negativamente a nuestra sociedad
—Sistema económico. La crisis generada por el coronavirus ha provocado en nuestro país una profunda recesión económica. Actualmente la economía española está totalmente paralizada y desconocemos el tiempo que va a permanecer así, pero lo que sí está claro es que la tasa de paro se va a incrementar a niveles no vistos hasta ahora, la deuda pública a finales del 2020 ya se había situado en el 114,1% del PIB y muchas empresas y autónomos han desaparecido y seguirán desapareciendo, porque no podrán asumir por más tiempo esta situación de incertidumbre y de falta de ingresos. Por tanto, el riesgo de pobreza volverá a aumentar y, en esa nueva normalidad anunciada por los políticos, no seremos más fuertes sino más pobres.
Los tres sectores económicos más importantes de nuestro país: el turismo, los servicios y las exportaciones, se han visto gravemente afectados por la pandemia y su recuperación necesitará mucho tiempo y no llegará hasta que el covid-19 no esté controlado. Algunos analistas hablan de que esta es la peor crisis que sufre España desde la Guerra Civil.
—Sistema político. Se ha culpado al Gobierno y en especial al ministro de Sanidad de la mala gestión de la pandemia. Pero no ha sido solo el Gobierno; todos hemos sido un poco responsables. El énfasis en el individualismo y la autonomía personal, valores dominantes en nuestra sociedad, nos ha fallado frente a la crisis del covid-19, que requería solidaridad y un esfuerzo común junto con el gobierno y la oposición. La expansión de la pandemia por todo nuestro territorio puso de manifiesto la necesidad de actuar juntos con un propósito común. Pero el protagonismo de los políticos y nuestra falta de voluntad para sacrificarnos por el bien común nos han llevado a la situación en que nos encontramos.
Con demasiada frecuencia, los españoles nos dejamos seducir por líderes que apelan a los instintos más básicos con odio hacia el otro. La izquierda cree que sus oponentes son corruptos y malvados y la derecha piensa que sus oponentes son estúpidos, inútiles e incapaces de gobernar. El resultado es una sociedad dividida y enfrentada como nunca antes, incluso en temas tan graves como la pandemia.
—El sistema religioso. Hasta la vida religiosa ha sufrido alteraciones considerables como efecto del coronavirus. La pandemia ha impedido la celebración comunitaria de la fe. Pero también ha ofrecido oportunidades de vivir la fe en familia, de tener tiempo para acercarse a la Sagrada Escritura y de celebrar los ritos sagrados en red. La cuarentena del coronavirus ha hecho que la realidad de la iglesia esté cambiando radicalmente en todo el mundo y también en España. Para algunos, este cambio es el fin del catolicismo; para otros, el cambio es algo muy positivo, ya que surgen nuevas formas y nuevos instrumentos para hacer llegar el Evangelio a todo el mundo. Sin embargo, lo que hoy estamos constatando en las iglesias de España es una caída importante de la práctica de la misa dominical presencial.
En resumen, el año 2020 ha sido un «annus horribilis» que, a causa del covid-19, nos ha dejado una sociedad menos saludable, menos sociable, menos próspera y menos practicante. No tenía que ser así, pero la combinación de un virus mortal, una planificación inadecuada y un liderazgo incompetente, han colocado a nuestra sociedad en un camino nuevo y preocupante.