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Publicado por
Eduardo López Sendino | Portavoz de UPL en el Ayuntamiento de León
León

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No sé ni cómo ni de dónde surgió el actual coronavirus, pero ya en la actual situación no me importa. Lo cierto es que ha trastocado absolutamente nuestras vidas y algunas se las ha llevado por delante y se las sigue llevando. Y mientras tanto, a lo largo de todos estos meses tanto el gobierno de la nación como el gobierno de las comunidades autónomas han dado, y siguen dando, un espectáculo lamentable y bochornoso de ineptitud e incapacidad.

Pongamos unos ejemplos. Al inicio de la pandemia se nos decía por el señor Simón y el ministro Illa del Partido Socialista, que no hacían falta las mascarillas, después que inmediatamente a ponerlas; primero que pusiésemos guantes quirúrgicos, después que no, que era más peligroso que no ponerlos; primero, estado de alarma con confinamiento para rebajar la curva de contagios, y ahora con igual o peor incidencia que no; primero que la coordinación del Estado y unas normas comunes era esencial para evitar la proliferación de los contagios, después que es mejor dejarlo en manos de cada comunidad autónoma para que cada una decida la mejor forma de proceder. Todo un dislate.

Y en este punto, entra en escena el gobierno de la comunidad autónoma del Partido Popular y Ciudadanos, con el vicepresidente Igea y con la consejera de sanidad al frente, que más bien parece en sus declaraciones una monja de clausura recién salida del convento, y perdón a las monjas de clausura, que empezó con ideas tan peregrinas como cierres perimetrales por unidades de salud, cuando nadie sabe cuál es realmente el ámbito territorial de la mayoría de las unidades de salud, y ya no digamos en las ciudades. Después se les ocurre el cierre perimetral de la comunidad autónoma, ocurrencia que ya han tenido otras comunidades autónomas, pero desde luego más pequeñas que la nuestra, incluso algunas uniprovinciales, resultando que, por poner un ejemplo, desde León podríamos desplazarnos a donde Dios dio las tres voces allá por Soria, y sin embargo, no podíamos ir ahí al lado a Asturias o a Galicia, como si el virus entiende de fronteras autonómicas. La última ocurrencia es el cierre por provincias, cuando lo más razonable hubiera sido el cierre por términos municipales en función de la incidencia de la pandemia en cada uno de sus términos municipales y así no penalizar a aquellos municipios cuya incidencia fuera menor y soportable. La última ocurrencia de saltarse la legalidad vigente estableciendo el toque de queda a las 20 horas es una más del esperpento de este gobierno autonómico, que puede terminar no sólo quedando en el ridículo más absoluto, sino lo que es más grave con reclamaciones patrimoniales de perjudicados por este cierre acordado unilateralmente y sin soporte legal rayano en la prevaricación administrativa sino inmerso en este delito.

Esta pandemia no es muy diferente a la que ya pudiera haber vivido la humanidad a lo largo de la historia conocida, porque podríamos recordar la peste negra en la Edad Media, la del sarampión, la de la viruela o más recientemente la mal llamada gripe española en el siglo XX por poner ejemplos de lo acontecido que pudiera haber llevado a que la humanidad tuviera establecidos unos protocolos muy claros para situaciones como la actual, pero todos sabemos que los gobiernos de todo el mundo a lo largo de la historia viven fundamentalmente en el día a día y no con previsiones de futuro y más bien pensando «esto no me va a pasar a mi» y así llegamos a donde nos encontramos. Y no digamos los sucesivos gobiernos de la democracia, me da igual estatales, autonómicos o locales, que no ven más allá de las próximas elecciones.

Y una pequeña reflexión final. Desde el inicio de la pandemia se ha demonizado al sector de la hostelería, principalmente, y al comercio en general, como causantes y transmisores del virus, siendo las medidas que se han adoptado siempre encaminadas a cortar la actividad negocial de estos sectores, pero si vemos los datos de incidencia de la pandemia, por ejemplo en la comunidad autónoma de Madrid, que no ha cerrado ni la hostelería y el comercio, nos damos cuenta que esos datos no son peores a los de otras comunidades autónomas que sí han cerrado la hostelería y el comercio, por lo que cabe preguntarse si se está disparando donde no se debe y, lo que es peor, ocasionando un grave perjuicio y la muerte de muchos negocios.

Al final de todo ello, nuestras vidas, nuestra sociedad ha cambiado, y nuestra provincia de León ha cambiado efectivamente pero nuevamente a peor, y si antes de la pandemia nos quejábamos de la situación de abandono de la provincia de la León, la pérdida poblacional y la falta de futuro para los jóvenes, ahora nos encontramos con la misma situación pero agravada con el cierre de la actividad negocial y la difícil recuperación de uno de los principales motores que nos quedaban de la actividad en la provincia como era el turismo. Maldita pandemia que nos ha dejado peor de lo que ya estábamos.