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Publicado por
León

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Hablar de un posible maridaje entre el mundo de la empresa y los negocios y el mundo de la cultura puede resultar, al menos en un primer momento, un tanto sorprendente. Algo parecido -salvando todas las distancias- al paradójico matrimonio que, con todas sus diferencias, tan bien retrata la magnífica novela de Miguel Delibes Cinco horas con Mario. Sin embargo, en la sociedad actual vemos como aumentan las relaciones entre la empresa y la cultura. Basta ver, sin ir más lejos las fundaciones que amparan firmas o grupos poderosos con el único propósito de promover actividades culturales de todo tipo. Aunque es una práctica antigua -se remonta a la época romana cuando un acaudalado ciudadano, Cilnio Mecenas, patrocinó a escritores clásicos como Horacio o Virgilio- el mecenazgo empresarial es a la vez algo relativamente nuevo. En Europa el mecenazgo no arrancó verdaderamente hasta los años setenta, y fue en primer lugar cultural, antes de extenderse a otros ámbitos bien distintos como la protección del medio ambiente, la acción social, el deporte y, más recientemente, el desarrollo local. Viene todo esto al hilo del anuncio realizado días atrás por el Ayuntamiento de Ponferrada en el que daba cuenta de la creación de una fundación municipal encargada de promover actividades económicas en la ciudad con la colaboración económica de las grandes firmas empresariales de la comarca. Me parece una buena iniciativa. El mecenazgo empresarial es interesante y abre la puerta, efectivamente, a disponer de un presupuesto extra para afrontar nuevas actos culturales. El Ayuntamiento negocia conuna decena de grandes firmas y dos ellas, Comonor y LM, representativas del nuevo empuje empresarial berciano, ya han dado su visto bueno para participar en la futura fundación. Ojalá que otras sigan el ejemplo, que seguro que lo harán. A pesar de que el Ayuntamiento ponferradino también participará económicamente, el papel complementario que van a desempeñar las empresas de la zona en esta aventura no será nada desdeñable. La demanda cultural no deja de aumentar, gracias a los progresos en la educación, al aumento del nivel de tiempo libre y la democratización de la cultura. Y tal vez esa demanda ya no pueda ser asumida ni costeada únicamente por las administraciones públicas. Algunas grandes empresas invierten decenas de millones de euros cada año en la cultura, como los bancos o las cajas de ahorro por ejemplo. Pero no son únicamente las empresas que manejan cifras monstruosas las que pueden financiar proyectos culturales. En la comarca hay un ramillete, cinco, seis, ocho o diez que tienen perfecta capacidad para financiar conciertos, teatro, ópera o cualquier otra manifestación cultural. Y ese podría ser el primer paso, si la cosa fuese bien no sería descabellado pensar en que el mecenazgo empresarial ayude también a costear la restauración y conservación del patrimonio o al apoyo a los jóvenes creadores a través de becas, premios, estancias en residencias, etcétera. Ojalá que todos lo veamos.