Limpieza y recogida

EN numerosas ocasiones he escrito aquí mismo sobre la conveniencia de concienciar, de convencer a la ciudadanía de la ventaja del reciclado y para que se acostumbre a separar los residuos. Esto, por supuesto, va estrechamente unido a la puesta en marcha de los nuevos sistemas de recogida de basuras que se han colocado en la capital. No voy a entrar en el de recogida neumática. En esta ocasión quiero referirme al que comenzó a funcionar poco antes del verano en el triángulo comprendido entre las calles Renueva, Padre Isla y Álvaro López Núñez. Creo que si se implantó en plan piloto debe hacerse un seguimiento constante, porque si no las conclusiones no serán correctas. No sirve de mucho enterrar depósitos de hormigón con la intención de desterrar los antiestéticos, malolientes y sucios contenedores verdes, tan fáciles de volcar. No sirve de mucho, digo, si luego falla el servicio de recogida y algo así ocurre, porque es normal un día cualquiera (no precisamente en fin de semana) que junto a las bocas de estos contenedores aparezcan apiladas bolsas de residuos domésticos o llenas de plásticos y latas, porque el correspondiente depósito está lleno a rebosar. Y no creo que sea porque a todos los vecinos les haya apetecido sumarse al reciclado de repente y decidan separar bolsas, brick y latas, bajando todos a una a la calle para atestar los contenedores, no. Más bien creo que lo que sucede es que el servicio de recogida de estos depósitos se hace con una periodicidad tan grande, que da tiempo para que rebosen, aunque no somos tantos los que reciclamos y separamos residuos en esta ciudad. Y cuando ves las bolsas amontonadas, que el viento (en los casos de los plásticos es fácil), los perros o los gamberros desperdigan se te quitan las ganas de seguir separando los desechos y trasladándolos hasta el contenedor, para tener que dejarlos fuera. Si nos preocupa el tema de la limpieza de verdad no podemos dejar que las calles estén llenas de bolsas, por haber quitado unos contenedores y no recoger los otros.Y menos, si nos gusta presumir (dime de qué careces) de tener una ciudad limpia.