Diario de León
Publicado por
Manuel Alcántara
León

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CUANDO tres insignes miembros de la Real Academia, no todos lo son, fueron a ver a Camba para mostrarle su deseo de que entrara en la Docta Casa, don Julio, no sin antes haberles expresado su gratitud, les dijo: -Yo no necesito un sillón. Lo que necesito es un piso. En la misma tesitura que se encontraba el escritor, que pertenecía a la Academia de la Real Gana y que habitó siempre en la casa de Lúculo, se encuentran miles de españoles. Su gran problema es la vivienda. Incluso el ministro señor Rato reconoce que habría que fomentar la construcción y admite, en un admirable alarde de penetración sociológica, que la vivienda es «gravosa para muchas familias». Se ha dado cuenta y, como tiene los pies en el suelo, achaca los precios de los pisos a la falta de suelo. A la sede de todos los partidos políticos ha llegado la preocupación por los ciudadanos que no tienen sede y, al no tener casa, no pueden decir eso de que en casa de uno como en ninguna parte. IU propone un pacto frente a la especulación, olvidando ingenuamente que sería previo establecer otro pacto contra los especuladores. El PSOE, por su parte, presenta un plan de choque para recuperar el «derecho social» a la vivienda y sugiere promover el alquiler a impulsar las casas protegidas. Hasta que se encuentren soluciones definitivas ha hallado una provisional: echarle la culpa a Cascos. Estamos en la precampaña con vistas a los comicios municipales y autonómicos de 2003 y como el voto hay que buscarlo casa por casa, el tema fundamental es el de los pisos. Un problema colosal. Las parejas que quieran contraer matrimonio, o vínculo similar, tienen dos soluciones: hipotecarse hasta las cejas o aplazar su deseo. Por eso hay gente de treinta y muchos años que se resiste a abandonar el dulce hogar de sus mayores, aunque la vida sea allí amarga. Como no pueden soñar con un pisito, al menos sueñan con que sus padres se independicen algún día, que ya va siendo hora.

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