Móvil dependientes
Esta sociedad nuestra es cada vez más dependiente del móvil. El teléfono lo utilizamos para pagar los artículos que hemos comprado, para hacer una transacción financiera, para comprar un billete de autobús, para hacer una reserva… Sí, para mil cosas más.
Además ese uso crece día a día. Las empresas fomentan que utilicemos el móvil para cada vez más tareas. En ello claramente se busca el disminuir sus costes y ahorrarse personal. Además se le da una cobertura ecológica que siempre queda bien. Se reviste el evitar costes de personal con el ahorro de papel. Cada vez es más frecuente que se paguen las compras o se acceda a un autobús con el móvil.
Pero claro todo ello crea una gran dependencia del móvil. Nos hace «móvil dependientes». Si por cualquier motivo nuestro móvil no funciona, o lo hemos olvidado en algún sitio, ello nos crea un verdadero problema por cuanto son muchas las funciones que hacemos con el móvil.
Por otro lado esta móvil dependencia lleva a la discriminación de todos aquellos que ya sea por edad o por otro motivo no saben utilizar este instrumento o simplemente no desean utilizarlo. También lo es para aquellas personas que «queriendo y sabiendo» no tienen los recursos suficientes para soportar los gastos que supone el tener un móvil y el consumo asociado al mismo. Hemos visto que en la pandemia ha existido una dificultad para seguir las clases virtuales. Hay que tener en cuenta que sigue habiendo personas que no disponen de ordenador o no tienen acceso a internet.
Una de las máximas que se tienden a considerar como «básicas» para realizar inversiones es la de «evitar poner todos los huevos en la misma cesta». Es un modo de evitar riesgos a través de la diversificación. Sin embargo en el caso del móvil lo que se hace es concentrar riesgos en un único instrumento. También ese riesgo sería a nivel de la propia seguridad. Un olvido, un robo, una avería… cualquier cosa que pueda ocurrir al móvil afecta a las cosas que podamos estar haciendo con él.
Podemos decir que las redes sociales son en buena medida canales de comunicación bastante viciados. Se seleccionan los grupos en función de las afinidades de pensamiento
Incluso aunque se rechacen las aplicaciones financieras en el móvil, las entidades te mandan las claves para operar a través de un sms a tu móvil. Recuerdo que un alto directivo de un banco me hablaba de que el banco le pedía el móvil de su madre y él tenía que decir que era una persona dependiente que no tenía móvil. No es fácil que se asuma que hay sectores de la sociedad que no entran en ese perfil y que no es admisible que se les discrimine.
El móvil nos ha aportado muchas cosas positivas. No quisiera que vean este artículo como una oposición a su implantación. Ha favorecido nuestra comunicación, ha facilitado la vida a muchas personas. Creo que para muchos el mayor castigo sería el que se les privase del uso de su móvil durante un tiempo. De hecho es un recurso que los padres suelen utilizar con sus hijos.
Han aumentado las relaciones que establecemos a través del móvil con otras personas. Ello ha favorecido la comunicación con aquellos que viven lejos de donde residimos. Sin embargo también hay que decir que ello también ha sido a costa de que se hayan resentido las comunicaciones personales.
Podríamos decir que con el móvil las comunicaciones han ganado en extensión pero han perdido en profundidad. Es decir llegamos a más personas pero lo hacemos con una intensidad menor. La comunicación se reduce a unas pocas frases y en muchas ocasiones simplemente a imágenes ya sea en fotografías o videos. No deja de ser un signo de todo ello el que la red social que va ganando cada vez más adeptos sea precisamente Instagram.
También podemos decir que esas comunicaciones han perdido en originalidad. Somos en gran medida «replicantes» de lo que hacen otros, pero raramente expresamos nuestros propios criterios. Simplemente nos limitamos a seleccionar aquello que nos llega y replicarlo a otros. Es decir se sustituye el pensamiento propio por el que nos «fabrican otros». Ello hace que como sociedad estemos perdiendo en capacidad de reflexión.
Además podemos decir que las redes sociales son en buena medida canales de comunicación bastante viciados. Se seleccionan los grupos en función de las afinidades de pensamiento. De este modo en buena medida se retroalimentan. Esto ha hecho que se sustituya el debate y la tertulia por la adhesión o el insulto. Hay poca oportunidad al contraste de opiniones o a trasmitir algo a la sociedad en su conjunto. Se fomenta la división en grupos con escaso contacto entre ellos. Hay poca oportunidad a contrastar ideas.
Esta móvil dependencia seguirá en el futuro (al menos en un plazo próximo). Creo conveniente arbitrar medidas para que no vaya a darse una exclusión social de distintos colectivos y también para evitar una dependencia excesiva que suponga incrementar los riesgos.