el balcÓn DEL pueblo
Apostar por el futuro
NO sé si mi bondadosa torpeza con la inteligencia artificial -lo es todo lo que reciba sin remite, sin sellos, nombres y apellidos- me compensa de la mala leche. Yo me esfuerzo por mirar a las estrellas desde la pantalla, pero no siempre vislumbro un cielo azul. Anoche, sin ir más lejos, me quedé petrificado en las últimas líneas. Parece ser que se acabó el crédito. Un crédito de pocos euros, no de vanidades. Y, sin comerlo ni beberlo, pero estúpido con la tecnología, me volvieron a plantear los folios en blanco. Un folio en blanco es como una memoria con lápiz y goma de borrar. Tengo la certeza de que me será imposible vocear lo que ya estaba justificado para enviar al periódico. Sin embargo, en el ánimo de no escapar por la gatera, insisto en escribir, no sé si para el reproche o para estar más cerca. Un amigo, padre de la utopía, catedrático de Contabilidad, investigador empedernido de conjuntos borrosos y de esas teorías que ponen los pelos de punta, como la del caos, hijo del olor a plomo -su padre: compañero del alma en los talleres de Proa-, y del rigor científico -Jaime Gil Aluja-, no se cansa de comerme el coco. Es como una obsesión: está empeñado en que apadrine un libro con este título: Cómo ganar las elecciones. Hace días que ha acentuado la insistencia. Ha comenzado a creérselo y no sé qué decirle, pese a que sus pliegues son hermosos para plancharlos. Ha recreado en sus pupilas el baño de multitudes en el mítin de Vista Alegre. No es nuevo: muchos de los que sólo concedían a Rodríguez Zapatero un ejercicio limpio como alternativa ya le ven como posible inquilino de la Moncloa. Desconfían de las trallas del PP contra Zapatero, somo si arreara a parejas de bueyes. Nadie admite, salvo que tenga las alforjas repletas de idiocia, la réplica de Arenas Bocanegra, asegurando que Zapatero ha decidido apostar por el pasado, tras la fiesta de proclamación de Vistalegre. Fue exactamente lo contario: rompió con el pasado. Con un pasado «solisombra» que no admite futuro. Al acto de proclamación de RZ como candidato a la presidencia del Gobierno le han puesto altavoces. Ya estaba investido in péctore. Y sin nadie enfrente para cuestionarle: ni «don Dios», que desde la tribuna del coso madrileño le emplazó a que no cambie, a que siga con su «talante templado». ¡Quién lo diría!. Algún día será posible poner velas en los recodos de sombras. En cuestión de semanas parece que salen a la superficie más reconvertidos que setas en el campo en estos días de lluvia y sol. Allá ellos. Los otoños son tiempos inmejorables para los nuevos paisajes y para la desolación. Rodríguez Zapatero ya es candidato a la presidencia del Gobierno. Lo han vuelto a vender de nuevo desde el PSOE: al fin y al cabo es la venta de un sueño. Mucho más jodido es alentar que rompan las barreras de lo establecido. Que se lo ganen. La apuesta por el futuro no debe jamás salir gratis.