el balcÓn DEL pueblo
Acuse de recibo
ME toca. La alegría y la pena, como en el cante grande, va por barrios. Siempre he asumido las lecciones -tan sabias, tan duras, tan reales- de mi maestro. Tienen esta síntesis: es importante mantener a la opinión pública dividida: unos que se acuerden de tu madre y otros de tu padre. Es el gran equilibrio. No diré que se haya abierto una balconada paralela para disentir. Eso lo doy por hecho cada vez que abro los cuarterones. A mis dos últimos voceadores, sin acritud, he de replicarles casi con la misma síntesis que ellos utilizan en el contestador automático. Permítanme que no diga sus nombres, porque no me constan. Uno dice: ¿Quién le paga: Diario de León o el PSOE?. Respuesta: me pagan -poco, merezco más- por mi trabajo. Le remito al presidente de Diario de León, Antonio Vázquez Cardeñosa, y al secretario general socialista leonés, Miguel Martínez. Que ellos le contesten. Lo que sí sé, es que recibo el cheque en los tres días primeros de cada mes y me lo gasto en los quince siguientes. Al otro interlocutor no sé por qué le dedico una línea. Hago acuse de recibo por cortesía. Y sin que sirva de precedentes. Si no me ha leído críticas al PSOE, sólo lengüetazos a Rodríguez Zaptero, una de dos: o no es lector de esta sección, o sufre un proceso necrófilo de memoria.Téngalo claro, usted y los que ya están a la cola para completar la campaña: continuaré apoyando a Rodríguez Zapatero, mientras no se demuestre lo contrario, para instalarse en La Moncloa. De momento nadie con dos dedos de frente, salvo los bandoleros de la nostalgia y del absolutismo, pueden cuestionarle. Y lo haré, si lo merece, sin nada a cambio. En mis tres décadas largas de profesión nadie podrá exhibir que he pedido algo. ¡Nada!. Ni siquiera una brisa para seguir respirando, como pedía Fernando Pessoa, poeta portugués. Al contrario, he sentido la soledad como un serpentín gélido y doloroso, sin el calor del aliento de aquellos por los que me he batido. No trabajo para ellos: lo hago para mis lectores y para mí mismo. Para ser honesto. No sé por qué me he escapado por las esquinas de los disidentes. Debía estar orgulloso, pero me embarga una dosis de tristeza. Tal vez es real que León frabrica a sus hombres, los eleva a la cima, y toda su energía posterior la gasta en derribarlos. Desde hace unos días es secreto a voces que Carlos Álvarez, juez decano de León, aspira a la presidencia de la Audiencia Provincial de Palencia. Quizá lo supe antes que ningún otro periodista. Pero un ejercicio excesivo de responsabilidad, por aquello de los hechos probados, base de toda sentencia, me impidió dar la noticia. Admito la cobardía. Una cobardía que tiene antecedentes: Carlos Álvarez también pretendió el terciopelo de la Audiencia de Zamora y salió trasquilado: nada más, y nada menos, que con una derrota a lo Bellido Dolfos: 18 á 3. En esta ocasión parece que se consumará el ascenso, y Carlos Álvarez, juez decano de los Juzgados de León y magistrado del Contencioso Administrativo, levantará por enésima vez el vuelo para cambiar de pradera. Su trayectoria profesional se parece mucho a la de un ave migratoria.