Volvió el pelotazo

LA caída de la Bolsa y el afloramiento del dinero negro a raíz de la puesta en circulación de la moneda única europea han destruido toda posibilidad de que, en Madrid y en algunas otras ciudades, una familia decente y trabajadora aspire a comprar una vivienda. Lo que hace un año valía 30 cuesta hoy 60, esto es, el mismo pisito sólo que una año más viejo, pero para que se haya producido semejante suceso de terrorismo inmobiliario y social ha tenido que intervenir otro factor: la desidia y la falta de control sobre el mercado de las instituciones locales, autonómicas y estatales encargadas de velar, cada una en su ámbito, por el cumplimiento de los preceptos constitucionales, uno de los cuales concede a todos los españoles el derecho real a disfrutar de una vivienda digna. Si hace un año una familia humilde tenía que dedicar 20 años de su vida a pagar la hipoteca del piso, satisfaciendo al cabo de ese tiempo el doble del valor inicial de la vivienda, hoy se cifra en 40 años, toda una vida, el tiempo necesario para conseguir lo mismo. Pero a este drama le acompañan otros no menos lamentables: la turba de ahorradores que compran viviendas como inversión, para venderlas al poco más caras de lo que ya eran y esa otra turba, más especializada, de promotores inmobiliarios ful que, como el del CPV de Madrid, dejan a cientos de familias sin casa y sin dinero de entrada inicial que entregaron al comprador sobre plano. Por si los habíamos olvidado, aquí regresan, renovados y dinámicos, los tiempos del pelotazo, de cuando bastaba ser un poco amoral para inriquecerse en dos patadas. Sálvese quien pueda.