Diario de León
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L PSOE ha iniciado una estrategia preelectoral de asfixia al adversario, sin otro objetivo que el de alcanzar el poder, mientras que el Gobierno se siente obligado a dividir sus energías, dedicando una parte de ellas a gobernar y otra a poder seguir gobernando. Pero la iniciativa política la tiene desde hace unas semanas la oposición y ya empieza a sorprender que La Moncloa y los despachos de Génova 13, sede madrileña del PP, no reaccionen con más dinamismo, para detener la ofensiva socialista, que ha abierto varios frentes. Aunque desde su ánimo pacificador/contemporizador, el presidente del Tribunal Constitucional, Manuel Jiménez de Parga, considera meramente «platónica» la sentencia que ampara dos solicitudes del grupo parlamentario socialista, denegadas por la Mesa del Congreso hace cinco y cuatro años, para que comparecieran dos presidentes de empresas públicas privatizadas, el supuesto platonismo de la decisión judicial no impide la validez de la doctrina que sienta. Y es que la soberanía nacional, que reside en el pueblo, está representada por los diputados, a los que no se les debe negar sus derechos en el ejercicio de sus funciones parlamentarias, unas de las cuales es la de fiscalizar al Gobierno y a los sectores públicos. Y como, según la misma sentencia, platónica o nietschiana, una empresa privada debe considerarse pública a efectos de control parlamentario, mientras el Gobierno tenga cierto poder decisorio sobre ella, el PSOE ha solicitada la comparecencia, como ya se sabe, de nueve presidente y ex presidentes, y de cinco ministros. Y ahí va a haber guerra, porque los socialistas interpretan el obstruccionismo del PP como el temor a que afloren a la luz ciertas irregularidades. Y sugieren ya, con un malicioso descaro, sospechas de financiación ilegal al PP. Ante la inesperada insinuación, convendría, para que ante la mirada de la sociedad no aparezcan fotografías veladas de la vida pública, que el PP abriera los ventanales de las privatizaciones, para su total esclarecimiento, y que el PSOE recibiera de algún modo la advertencia social de que la estrategia de convertir sospechas en acusaciones viene a contradecir el estilo político que Zapatero desea cultivar. El presidente Aznar reiteraba ayer que el PSOE carece de alternativas y que es humo todo lo que produce, pero esa estrategia ya no funciona, y menos el día en que al Gobierno le llueve el problema ético de dos de sus diputados nombrados consejeros de empresas relacionadas con las tareas parlamentarias de las que se han encargado.

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