Diario de León
Publicado por
Isidro García Getino, educador
León

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La familia «escuela de vida» es la primera y principal educadora; y en ella, la mujer es la esencia del conjunto. La familia es el fundamento de la sociedad, es el gran exponente civilizador. Es… tantas cosas que desborda todo discurso y toda descripción. Allí (aquí) donde la familia es desestabilizada, se debilita la sociedad, pierde el rumbo y termina buscando —inútilmente, porque no las hay—, soluciones. El resultado es escarbar en los detritos mismos de la sociedad cuyo producto es humo y pestilencia de ambigüedad o simples payasadas. Allí (aquí) necesitamos urgentemente acordar: El apoyo a la familia que es apoyo a la mujer-madre-educadora, necesitamos consciencia del terrible colapso demográfico, necesitamos esperanza en el futuro con base en la educación familiar y necesitamos eliminar las políticas antifamilia.

La maternidad es el más precioso don y el supremo honor de la mujer, por ello debe ser honrada, protegida, respetada, dignificada y colocada en el más elevado peldaño de la realización humana y, por tanto, de la sociedad en su conjunto, es lo que le corresponde como elemento clave en la estructura social.

Son muchas, muchas más de la mitad, son la gran mayoría las mujeres que quieren seguir siéndolo, quieren seguir siendo mujer, diferente al varón en muchos órdenes tanto físicos como emocionales, sociales y cognitivos. Ellas lideran la complementariedad, algo tan maravilloso como complementarse para enriquecer todo, ese todo es la vida. Dadoras de vida, formadoras de hogar, compañeras y primeras educadoras. Empoderadas como madres y contener en sí la esencia de la naturaleza. Y todo a pesar de que grupos, también de mujeres, quieren expoliarlas de su condición más íntima, más personal, más elevada y esencial; quieren convertirlas en guiñapos chirriantes por las calles con la única fuerza del mogollón. Grupos que promocionan el odio al varón y a la mujer que no sigue sus consignas, su ideología, su des-mujerarse por igualdad más allá, mucho más allá de la única igualdad posible: la igualdad ante la ley en derechos y deberes.

Mujeres que son fundamento, son el gran aporte y soporte social; sin griterío sin pregones, sin subvenciones. Son sabiduría, la gran sabiduría de vivir plenamente su realidad femenina en formación, en trabajo, en maternidad, en crianza, en dedicación, en aportar en todos los campos del saber y del hacer (sin tiempo para callejear en rebaño, porque su tiempo es oro). Sabiduría que desborda toda comparación con otros colectivos de rebaño exhibicionista.

Mujeres que son fundamento porque son diferentes y con las diferencias (múltiples, esenciales diferencias), consolidan la vida, el ser, el saber y la realidad. Jamás tendrán interés por igualarse al varón, ellas lideran la complementariedad, ellas comienzan, soportan y mantienen lo fundamental de la sociedad: la educación de los hijos que comienza en la madre y se culmina en la mujer realizada como mujer y como madre. Y cuando eso falla, falta, se distorsiona o se les roba a las madres… Entonces encontramos la sociedad que hoy padecemos. Encontramos las hordas, las manadas, los frutos de una deseducación sistemática cada vez más extendida, más desorientada y menos productiva.

Encontramos los partidos, las instituciones, los colectivos, los sistemas que colapsan, aburren, deshacen o desmontan sociedades productivas, creativas, solidarias y valientes (descripción de la España real, histórica, mundial, funcional y excelsa que va desapareciendo diluida en la ideología líquida, o más bien gaseosa).

Mujeres-madres-educadoras que son, saben y quieren educar a sus hijos en lo mejor que ellas tienen: su sensibilidad, su coraje, su sabiduría, su valor, su grandeza, su libre pensar-querer-hacer, su entrega familiar por la grandeza de la sociedad. Criar hijos educados, valiosos, felices y eficientes; imitadores de sus valores, su sabiduría y sus éxitos dentro y fuera del hogar.

Mujeres a quienes falta la ayuda social para poder más, ser más, hacer más y lograr todos sus sueños. Les faltan educadores infantiles (no escuelas), que complementen, refuercen y suplan las carencias de tiempo para su inmenso trabajo y su enorme quehacer. Les faltan los apoyos estatales para lograr más porque saben más, pueden más, son más si se ven apoyadas, respaldadas, reconocidas y no despreciadas por sus pares dedicadas al odio (odio a sí mismas, odio al varón y odio a las que no odian).

Mujeres que son fundamento porque son mujeres, son diferentes al varón, son la esencia de la sociedad y son la ¡educación» También a pesar de otras que no lo son y, mucho más de los gobiernos que no las tiene en cuenta, las coarta y las pone trabas por miserable ignorancia, cortedad, estulticia y miserable atadura feministoide. ¡Cuán grandes, cuán maravillosas son las mujeres que son fundamento de esta sociedad que carece de otro fundamento!

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