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Con una España subsidiada, no hay progreso, sólo poder

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Un profesor de un colegio de Jaén estimulaba a sus alumnos para que se esforzaran, consiguieran buenos resultados y pudieran seguir estudiando y prepararse para afrontar un trabajo. Un estudiante levanta la mano y le dice al profesor: «Yo no voy a seguir estudiando». «¿Por qué?» «Porque, en mi casa, mis padres trabajan 20 peonadas y cobran todo el año 500 euros cada uno». Es decir, por trabajar 20 días a vivir todo el año.

Esta es la cultura que se transmite. Es un proceso acuñado que empezó en Andalucía con el PER y siguió en Extremadura. En España, cobran el subsidio y la renta agraria unas 200.000 personas, solo en Andalucía y Extremadura. El PSOE acertó electoralmente al subsidiar en Andalucía, sobre todo a través del PER, lo que le proporcionó suculentos resultados. Por cierto, el número total de parados en Andalucía es de 910.000. La tasa de paro es del 22,74%.

Como dato llamativo unos 10.000 marroquíes, rumanos y búlgaros tienen que ser contratados para recoger la fresa. Apenas se apuntan los naturales y se les ha dado la oportunidad de seguir cobrando el PER y el resultante del nuevo contrato. Solo se apuntaron 2.000.

El PER es la ruina de los agricultores. Prefieren el subsidio a trabajar. Las cosechas se están perdiendo. El Gobierno ni obliga, ni persigue, ni se inmuta. Son votos. A pesar de ello, el campo español necesita trabajadores, lo que llevó al Gobierno de Pedro Sánchez a aprobar un real decreto para flexibilizar la contratación de desempleados, de modo que quienes perciben el subsidio o la renta agraria podrán trabajar de forma temporal en las faenas agrícolas sin perder el paro. Además, la renta y el subsidio agrario serán compatibles con el Ingreso Mínimo Vital. Ni por estas. Es una vergüenza para Europa y para el mundo.

La España subsidiada se ha puesto en marcha. Tener a sueldo a la mayoría de los ciudadanos del país suele producir generosos resultados electorales durante largo tiempo

No existe en ningún país, salvo en Venezuela. Los adictos a Maduro no trabajan y les da limosna a todos. La España subsidiada se ha puesto en marcha. Tener a sueldo a la mayoría de los ciudadanos del país suele producir generosos resultados electorales durante largo tiempo. Esta manipulación ideológica sirve de estímulo para tratar de consolidar el discurso populista de que la única institución garante de proporcionar seguridad y protección ante los abusos de los más poderosos es el Estado, el llamado Estado benefactor. Con ello, tratan de cebarlo y de otorgarle inmensas cuotas de protagonismo en nuestras vidas.

Este camino se está ensanchando y, de la España activa, pasamos a la España pasiva, subsidiada. No interesa enseñar a pescar. Unos pocos pescan y, unos muchos, tienen la mesa puesta con suculenta comida. Y esto no termina. Acaba de empezar. Las cifras son alarmantes y el Estado está fomentado la limosna. Cada vez hay más vagabundos en busca de la subvención y de vivir sin trabajar. Las cifras son alarmantes y diríamos trágicas. Nos acercamos a los cuatro millones de desempleados. Setecientos cincuenta y cinco mil están en Erte, presuntos parados si seguimos así.

El Gobierno estima que un millón cuatrocientos mil trabajadores por cuenta propia recibirán una prestación por cese de actividad. Hay dos millones de personas cobrando en la actualidad una prestación o subsidio de desempleo. Además, hay nueve millones ochocientos mil pensionistas en el país y el envejecimiento de la población es una tendencia que continuará a pesar de que los ancianos son los que más han sufrido la crisis sanitaria.

Por otro lado, el Gobierno prevé que un millón de hogares, es decir, como mínimo un millón de personas recibirá el ingreso mínimo vital. Por último, hay tres millones doscientos mil funcionarios y empleados públicos, que, aunque son un colectivo que sí que trabaja, cobra su salario del Gobierno central, de las CC AA, de los ayuntamientos, de las diputaciones o cabildos o de las empresas o instituciones públicas. Contando con los empleados y funcionarios públicos, que sí cotizan pero que su pagador es el sector público, el número de personas que vivirá del Estado rondará los 21,8 millones.

Con estas cifras, y si se tiene en cuenta que hay 8 millones menores de edad en España, unos treinta millones de personas cobrarán su nómina del Estado en esta situación tan crítica. Es decir, que el 63% de la población, seis de cada diez mayores de edad, percibirán sus ingresos de «papá Estado».

Europa nos va a dar ciento cuarenta mil millones de euros. Aún, está por ver. Europa sospecha que España hace trampas y el dinero se va a dedicar a mantener el poder y no se va a crear ni un puesto de trabajo. Se destruirán muchos más. Hay que recordar el Plan E de Zapatero, diez mil millones se tiraron a la basura y las únicas obras que quedan son: campos de futbol, parques oxidados y llenos de herrumbre que se construyeron donde no había niños ni los va a haber.

Los analistas dicen que la deuda pública se desborda. Si la ayuda europea no llega, peligra la economía. No habrá inversiones. Lo cierto es que cada vez hay más cargos públicos y con cargo al presupuesto y supone millones de euros.

La realidad es que apenas diecisiete millones de españoles trabajarán para mantener treinta millones. Pero lo peligroso, es instalarse en el discurso de que la prioridad del Estado es dar prestaciones cada vez mayores al máximo número de personas que lo necesiten, en lugar de que tal prioridad se proyecte a contribuir al establecimiento de las condiciones económicas necesarias para que los que necesiten tal amparo sea el menor número posible de personas.

Dos discursos y formas de entender la política bien diferenciados. La del Estado benefactor reduce el potencial productivo de la economía, afianza el desempleo, provoca tensiones antiinmigración, fomenta la corrupción, el clientelismo, la subida de impuestos y la deuda pública, además de consolidar permanentemente en la pobreza a colectivos cada vez más grandes. Los Presupuestos del Estado y las ayudas europeas no se van a dedicar a ayudar al empresario, a inversiones en carreteras, ferrocarriles, medio ambientes, reforestación, investigación etc. No. Se van a dedicar a proteger y fomentar a todos los colectivos que no trabajan, que no van a trabajar y a sostener a miles o millones de emigrantes.

Con una España subsidiada sin fomento del empleo y apoyo al empresario nos caminamos a una España empobrecida. Pero no importa. Generar miseria es garantía de poder.