La eutanasia, ¿merece aplausos?
El otro día vi a un buen grupo de señorías que aplaudían y se congratulaban con la legalización de la eutanasia. Es decir, que se hubiera legalizado la ejecución del paciente que sufre la crueldad de la soledad, entre otros motivos, porque se le impide, o se pone trabas, a que pueda beneficiarse de unos Cuidados Paliativos.
Sí, para esas señorías la solución de esos pacientes no pasa por los Cuidados Paliativos, sino por la activación de un macabro «pelotón de fusilamiento». Para ello era imprescindible que las Cortes dotasen a ese «pelotón de fusilamiento» de legalidad. Ese pelotón, ya oficialmente activado, debe estar atento a toda solicitud de suicidio asistido que demande cualquier enfermo, para prestarle «el favor de su ejecución», sin entrar, siquiera, en valorar que lo que está pidiendo realmente el enfermo es que se le asista profesionalmente de forma adecuada. También, los integrantes del «nuevo pelotón» tienen otra importante misión, que es la de actuar de forma «compasiva», y en proceso sumarísimo, cuando puedan decidir que un enfermo determinado carece ya de un nivel de calidad útil, haciéndole ver a dicho paciente que solo le queda agradecer que haya suficientes razones para ejecutarle.
Nunca se ha visto que un pelotón de fusilamiento sea aplaudido y desfile recibiendo honores. Y, sin embargo, eso es lo que también aplaudían esas señorías.
Me permito comentarles, a esas señorías, unas pocas ideas muy básicas: 1) que los pacientes no se clasifican en útiles o no útiles, 2) que los médicos no tenemos ninguna asignatura en la que se estudie los niveles de la calidad útil de los pacientes, 3) que en nuestra carrera no hay prácticas de «pelotón de fusilamiento», y tampoco prácticas de «tiros de gracia» cuando el paciente no cae a la primera «refriega», que todo puede suceder, y 4) que los médicos estudiamos la carrera con un único motivo, que es capacitarnos para ejercer con la mayor profesionalidad el respeto a la debilidad del paciente, procurando su sanación cuando es posible, y siempre, profesionalmente también, cuidarle en dicha debilidad.
Ciertamente, no se nos da nada mal ejercer nuestra profesión siempre que no nos interfieran o impidan los medios para actuar, como cuando, por ejemplo, no podamos aplicar eficazmente de los básicos Cuidados Paliativos. Curiosamente, esas señorías aplaudían, de hecho, que tengamos esa traba e impedimento en nuestro ejercicio médico.
Pienso, que quizás la explicación de porqué esas señorías aplaudían la aprobación de la eutanasia está en que confunden y no ven clara la diferencia entre Medicina y Veterinaria. En Veterinaria, efectivamente, hay protocolos para eliminar, o rematar, el animal al que se considera que no da el nivel de calidad de producción suficiente o no es útil.