Pautas para dejar de ser quejicosos
Debo confesar que no leo con la misma atención todos los artículos que diariamente nos ofrece el Diario de León, con motivo de su 115 aniversario. Motivo de regocijo sin duda alguna y feliz idea la de recoger lauros. El hecho de que sean personas significadas socialmente, leonesas, actores, artistas, intelectuales, escritores…, que se incorporan a la celebración en letra impresa de tan dulce efeméride, es el IVA, el valor añadido, que toma el medio, hoy decano de los periódicos leoneses..
Como no podía ser de otra manera, aportan versiones personales sobre el devenir del periódico entre recuerdos o percepciones propias. Algo que ya tiene su aquel, pero siempre toma su espacio lo coyuntural leonés entrelazándolo con el periódico, como historia viva de lo nuestro, y que, como lector, me regocijo en compartir. Mas, como empecé diciendo, no todos me atraen igual. Por supuesto no voy a comentar quiénes sí, quiénes no, sería un error por mi parte y con cierto tufillo de fatuidad.
Cómo se puede hacer abstracción de que los leoneses fuimos incorporados «por decreto» a la autonomía con Castilla
Sin embargo, sí que me resulta imposible callar la impresión de alguno de ellos; bueno, más bien determinadas aportaciones escritas, que chocan con mi íntimo sentimiento leonés, en lo tocante a nuestra tierra, nuestra historia y de modo muy especial con relación al pasaje autonómico que vivimos. Ése que dejamos nos lo escriban otros, aunque lo hagamos a regañadientes, y a todas luces sea tan injusto como doloroso, según mi punto de vista, no aislado, sino más compartido que nunca entre los leoneses con su interiorizado «ser leonés», o en otros casos leonesista.
Llegados a este punto, no tengo más remedio que hablar de uno de ellos, el primero que me permitiré citar por su nombre sin que sea político, dado que, días atrás me dirigí a Martín Villa, el artífice principal del ente autonómico que nos aflige. Se trata de Nacho Ares, a quien siempre he escuchado en la SER, como mucho agrado, debo decirlo. Y escribo esto por afectarme mucho, y discrepar abiertamente, como leonés comprometido, con el contenido, especialmente de los tres párrafos que cierran su escrito, todo un canto al ente autonómico, cuyo afán ha sido y sigue siendo la castellanización de la región leonesa. Por cierto no la cita. Parece ceñirse a la provincia, o más bien a la capital por aquello de remar en el Bernesga. Cuando lo nuestro, en el más amplio de los conceptos, es el Astura, el Esla, sus gentes y sus tierras.
Castellanización he dicho, que él tiene asumida, y además se congratula de ello. No cita, tal vez por considerar que no es el momento oportuno, aquello que el ente autonómico nos ha proporcionado, del mismo modo que yo hoy no voy a hacerle una relación de los desmanes socioeconómicos, que nos han inferido desde el centralista poder autonómico.
Si hubiera cuajado esa tolerancia de la que hace gala y ensalza, hoy seríamos todos castellanos, pues habrían seguido escribiendo la historia a su medida. Parece que ha perdido desde su amplio viajar por el mundo la perspectiva histórica del Reino de León, que no es una percepción popular leonesa localista, sino el regocijo amplio, de lo que fue una participación decisiva para el nacimiento de una nación: España.
Cómo se puede hacer abstracción de que los leoneses fuimos incorporados «por decreto» a la autonomía con Castilla, cuando nuestra reivindicación en las calles hasta el último instante era: León sin Castilla. Fue forzada, dolorosa y está resultando negativa en todos los órdenes, sin hermanamiento ni equidad distributiva, amén del maltrato historicista e identitario hacia lo leonés.
Soy rotundo, ni antes del siglo XIII, ni en él, ni después, hemos estado unidos, leoneses y castellanos, más bien reñidos. Mucho me ha sorprendido su afirmación, que la veo carente de rigor histórico, si alguien ha tratado de apoderarse de nuestra historia es Castilla, ocultarla o cuando menos reconducirla. Tenemos Historia y tenemos patrimonio, como bien dice, pero leoneses, y añado, sin amancebamiento castellano. Si no sabemos venderlo es demérito nuestro, de algunos prohombres también, y sobre todo de los dirigentes políticos. No nos quejamos del ente en plan rutina, reivindicamos nuestros derechos constitucionales autonómicos.