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Publicado por
Francisco J. López Rodríguez, profesor
León

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La epidemia de la covid-19 ha sacado a relucir, lamentablemente, lo peor de España y de los españoles. España es, ahora mismo, el farolillo rojo de Europa por tener, unos políticos inútiles, una administración ineficaz y unos ciudadanos poco familiarizados con los usos y costumbres de una democracia. Estamos en manos de auténticos mentecatos que difícilmente podrían hacerse cargo de una pyme. Gente sin oficio, más preocupada por la propaganda que por salvar vidas y, por supuesto, con la única obsesión de derrotar al rival en vez de al virus.

Sin perjuicio de la dignidad de algunos representantes políticos y de una profesión destacada socialmente durante siglos, elegir ahora a gobernantes tan mediocres de cualquier formación y color, bien es cierto que abundan más en unos partidos que en otros, es mal endémico de nuestra política que permite que grandes ignorantes decidan las más importantes cuestiones. Y lo más extraño a la razón es que la sociedad les vota sin censurarles, aunque esos que denunciaban las castas antes, son ahora, conseguido su fin, otra cosa, otra élite torpe, soberbia y orgullosa de sí. Imagínense que en puestos claves de la salud tuviéramos a inexpertos a inútiles.

Imagínense que nos consultara un médico que dice ser cardiólogo y que nunca se dedicó a auscultar a un paciente, ni trató un infarto, que nunca trató a un paciente. Imagínense un licenciado en Filosofía que se ponga al frente de una fábrica de motores de vehículos sin saber que es una bujía, ni para qué sirve o cual o cuales son los componentes del motor.

Pongamos en un laboratorio a un mecánico y que investigue la vacuna del covid-19 o que se ponga a ser agricultor una persona que nunca ha visto el campo ni sabe cuándo hay que sembrar la maíz, la remolacha y no digamos quien tenga el atrevimiento de poner una granja de vacas sin saber qué raza produce leche o cual produce carne. Los efectos serían catastróficos. Pues si lo trasladamos a la política tendríamos el resultado de un país camino de la ruina. Justo lo contrario de lo que debe ser que es buscar la excelencia.

Es habitual en nuestros gobiernos designar para materias complejas a los que ningún mérito académico tienen, a los que nulas experiencias acreditan, a los que, por su juventud, en algunos casos o por mil motivos distintos, jamás podrían ser los mejores. Y dejándonos avasallar por su torpeza, por su ignorancia, por su osadía, justo ellos, los más mediocres, son los que deciden sobre nuestra vida.

La calle es un reflejo día a día del desgobierno, de la mentira. Estamos más preocupados del progreso personal que del progreso de España. Según publicaciones recientes, los únicos que han progresado son ciertos políticos. Cómo engorda su patrimonio. De no tener nada, de ser pobres, en poco tiempo, a ser millonarios. Y conseguido con el engaño.

Y qué decir del desgobierno de Pedro Sánchez. De lo único que se ha preocupado es de ser presidente, traicionando todos los principios éticos. De no dormir si tenía a Iglesias en el Gobierno. No le importa nada España. Se arrodilló ante los independentistas. Se flageló ante los terroristas. Cayó preso de los vascos. Y todo por ser presidente. Y todo por el poder. Y elige un gobierno lleno de ineptos. Que nunca dirigieron nada. Que nunca estuvieron al frente de una empresa. Inclusive, algunos no han estado ni de alta en la Seguridad Social. Y todo por el poder.

Y llega la pandemia. Es cierto que nos cogió desprevenidos. Estamos ante un enemigo invisible. No sabemos cómo hay que atacarlo. El caos se apodera de nuevo de un gobierno inexperto, inútil, sin rumbo. Se gestiona en anarquía. Se dan palos de ciego.

Lo único que hacemos es refugiarnos en casa cual fugitivos y se dictan decretos, ordenes. Pegando tiros a diestra a siniestra. Y no acertamos. cuales tiradores inexpertos, no pegamos una en el plato.

Como el gobierno es incapaz de enfrentarse al virus, lo deja en manos de las Comunidades Autónomas. Y más caos. Diecisiete gobiernos ordenan. Diecisiete gobiernos hacen lo que les parece. Es la forma de que el Gobierno central se lave las manos. A mi nada. Yo no tengo ya responsabilidad alguna.

Y ahora llegarán los miles de millones de la UE. Si llegan, porque lo único que teme Europa es que, como siempre, les engañemos. No en vano en España nació la novela picaresca y este gobierno la aplica correctamente. Somos el país que más sanciones recibe de la U.E. España es el país de la Unión con más expedientes por infracción abiertos al incumplir, o no aplicar de manera correcta, las normativas comunitarias. Nos consideran unos tramposos. Mientras, las empresas vagan cual alma en pena. No hay dinero para pagar ni la nómina, ni la mercancía, ni la renta, nada. El caos se apoderó de la economía.

Pero este gobierno está más pendiente de seguir aumentando poder. Mociones de censura por aquí, por allí. Elecciones que se avecinan. Lo único que me importa es ver como doblego al vecino. No quiero más que poder. Este presidente solo piensa en el poder. Solo piensa en apoderarse del territorio nacional para convertir Iberia en un solar donde sigan gobernando los ineptos.

De seguir así, solo cabe pensar que los españoles somos masoquistas. Mientras, hay muchos españoles que se dejan llevar por falsas promesas, desvariadas por los medios de comunicación. El diario británico The Times ha publicado un durísimo artículo sobre la situación en España en el que asegura que la peor recesión desde la guerra civil y una amarga lucha de poder están dificultando la recuperación económica.

El camino de Sánchez a ninguna parte: un país subsidiado, endeudado y sin empresas. Tenemos un déficit galopante. Una deuda que no sé quién la pagará. Mientras, seguimos cabalgando para ganar batallas de poder. Estamos aumentando la miseria. Estamos cerrando empresas. Y este desgobierno en manos de ineptos, solo piensa en seguir en el poder, aunque la economía se hunda, aunque el país quiebre. Da igual. Porque los ineptos solo se marcharán cuando el pueblo español despierte de la borrachera y, en la conciencia, se dará cuenta que este país está gobernado por incompetentes.

Hemos llegado a un punto, con esta sociedad complaciente y resignada, que no se sabe si es ella misma la responsable de sus desgracias. Puede ser que lleguemos tarde porque la ignorancia no se recupera en un día. En Europa existe la preocupación de que España se convierta en el enfermo más grave del continente. Cómo vamos a sanarlo si, en lugar de un médico, le asiste alguien que nunca estudió medicina. No sé quién vendrá a salvarnos, pero un desgobierno de ineptos, seguro que no.