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Publicado por
Germán Barreiro González, catedrático de Derecho del Trabajo de la Universidad de León
León

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Aestas alturas, mucho se ha escrito ya sobre el coronavirus y la pandemia atroz que ha causado. En este contexto es de justicia recordar a quienes sentaron las bases de la lucha contra las enfermedades infecciosas hace más de un siglo: Robert Koch, microbiólogo (1843-1910), en un laboratorio casero, escasamente equipado, logró identificar el patógeno del ántrax. Fue el primero en demostrar que un microorganismo era la causa de una enfermedad infecciosa. Con posterioridad descubrió el vibrio de la enfermedad del cólera. Asimismo, el patógeno de la tuberculosis, el celebérrimo «bacilo de Koch», por lo que fue galardonado en 1905 con el premio Nobel de Medicina y Fisiología. Paul Ehrlich, inmunólogo (1854-1915), fue asistente de Robert Koch. Junto con Emil Behring, con quien trabajó, es considerado como el creador de la sueroterapia. En 1908 recibió el premio Nobel de Medicina y Fisiología por sus investigaciones en inmunología, premio compartido con el ruso Ilya Mechnikov. Es considerado asimismo como el padre de la quimioterapia. Ehrlich logró curar la sífilis con un medicamente denominado atoxil 600 (salvarsán) por haber preparado ese número de compuestos hasta llegar al definitivo. Emil Von Behring, bacteriólogo y serólogo (1854-1917), fue ayudante de Robert Koch en los laboratorios de Berlín. Profesor universitario y uno de los fundadores de la inmunología moderna, concluyó que los agentes patógenos no debían combatirse con productos químicos extraños al cuerpo, sino con los antídotos formados por el propio cuerpo para defenderse de las bacterias. Desarrolló los primeros sueros inmunológicos contra la difteria y el tétanos, lo que le valió el primer premio Nobel concedido en Medicina y Fisiología en 1901.

Como reconocimiento a la labor científica de Robert Koch, se creó en Berlín un instituto de investigación que lleva su nombre, cuyo presidente en la actualidad es el microbiólogo Lothar Wieler. El coronavirus ha conseguido que Wieler, junto con el virólogo Chistian Drosten, director del Instituto en el Hospital de la Charité de Berlín, alcancen cuotas de popularidad en Alemania, normalmente reservadas a cantantes, escritores o actores cinematográficos. Por otra parte, con el dinero que Von Behring obtuvo por el premio Nobel, creó en Marburgo los laboratorios Behringwerke, para producir sueros. En 2020 Biontech compró las instalaciones, desarrollando con asombrosa rapidez una vacuna muy eficaz contra el coronavirus. La vacuna se produce y distribuye en colaboración con la farmacéutica estadounidense Pfizer. Los médicos y fundadores de esta empresa, con sede en Maguncia son la doctora Özlem Türeci y el profesor Ugur Sahin, cuyos padres emigraron de Turquía a Alemania. De ellos se ha dicho y con razón, que son los «rostros del éxito» de la vacuna Biontech. Koch, Ehrlich, Von Behring y sus continuadores como Türeci y Sahin, entre otros muchos —como nuestros investigadores y científicos, a los que no siempre prestamos la atención y el reconocimiento social y económico que merecen— son ejemplos de esfuerzo, pasión, valentía y perseverancia en la investigación y el estudio. Nos recuerdan que la Medicina, junto con la Agricultura, la Educación y el Derecho, son los pilares sólidos que sostienen la civilización, acrecientan la cultura e impulsan el progreso. No lo olvidemos.