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Este artículo pretende hacer un paralelismo entre lo que está ocurriendo a nivel general con lo que también viene aconteciendo en el plano social con la adscripción de León a la autonomía de Castilla y León. Hay que recordar que esa adscripción se hizo contra la voluntad de los leoneses y sus instituciones.

El virus de este marco autonómico ha provocado grandes pérdidas económicas a los leoneses. Esto es algo que resulta tan evidente que apenas requeriría mayor explicación. Todos los días se recibe una noticia que ahonda en esa sangría económica. No les quiero aburrir demasiado, les pondré sólo los últimos casos. Así podríamos referirnos al proyecto ferroviario de la U de Olmedo o la falta de unidades de atención para los enfermos de covid o el quedarse sin el Centro de Estudios Penitenciarios, la escuela de pilotos o la radioterapia en El Bierzo. Los ejemplos pueden ser muchos más y seguro que el lector por su cuenta añadirá los que le afecten más directamente.

En el plano social y cultural hay que recordar las muchas veces que los leoneses tenemos que explicar que no somos castellanos. Aun cuando en principio se debería tener en cuenta que esta autonomía la componen dos regiones, en la práctica la Junta no tiene una política consecuente con ello y práctica la uniformidad y la anulación de ese valor diferencial. Nunca en los datos que ofrece la Junta sobre cualquier cosa nos vamos a encontrar los que se refieren a la Región Leonesa y los que son de la Región Castellana. Por supuesto no hace nada por trasmitir al conjunto de los españoles esa diferenciación entre las dos regiones. Por el contrario, se ha tendido a instalar en los medios de comunicación que Comunidad Autónoma y Región es lo mismo. 

Si el origen de esta situación fue la creación de la autonomía de Castilla y León, entonces la vacuna tiene que ser el alcanzar una autonomía leonesatrEn definitiva, podemos concluir que «hay un virus autonómico» que nos causa problemas. Alguien podría pensar que ese virus nos ha afectado simplemente por tener «mala suerte». Pero claro es que está ruleta de la suerte parece estar trucada y las decisiones que perjudican caen siempre del mismo lado y las que benefician también, pero a otro distinto. Así una vez tras otra la lectura es la misma, la Región Leonesa pierde y Valladolid gana. Tal vez en ello tenga que ver el que desde el primer momento el impulsor de esta autonomía ha sido Valladolid. Ello favorecía su posición de centralidad geográfica y con ello su mayor poder político y económico.

Diría que sobre los puntos que he venido desarrollando hay bastante consenso. La autonomía de Castilla y León ha perjudicado social y económicamente a la Región Leonesa y beneficiado a Valladolid. Es decir, tenemos un virus.

Bien si hemos llegado a ese diagnóstico el siguiente punto en nuestra reflexión será el que dice que «algo habrá que hacer» para combatir ese virus. Hay que intentar lograr una vacuna que nos inmunice. 

Si el origen de esta situación fue la creación de la autonomía de Castilla y León, entonces la vacuna tiene que ser el alcanzar una autonomía leonesa

En ese contexto algunas personas mantienen que «cambiando de médico» (es decir de partido que gobierna) la cosa estaría solucionada. Pero claro a lo largo de la historia ya ha habido distintas opciones de gobierno y ello no parece haber sido la solución. Vendría a ser como si la receta para superar el covid-19 fuera el cambio de especialista.

Si el origen de esta situación fue la creación de la autonomía de Castilla y León, entonces la vacuna tiene que ser el alcanzar una autonomía leonesa. Hay ejemplos suficientes para ver el modo tan diferente en que han evolucionado Cantabria, Rioja o Aragón respecto a como lo ha hecho la Región Leonesa. En otros artículos he procurado demostrar con datos lo que ha sido esa diferente evolución (algo que también he trasladado al libro Región Leonesa la 18 autonomía de España).

Creo que la autonomía leonesa es la mejor vacuna contra este virus, por cuanto nos permite recuperar poder sobre nuestros propios recursos y también facilita la visibilidad de los productos leoneses a nivel del conjunto de España. Es el instrumento adecuado para reivindicar que existimos. Podríamos decir que, si Valladolid se opone a esa autonomía leonesa, igual resulta que pudiese ser por cuanto pierde su posición de centralidad. Diría que incluso esa oposición vendría a ser un signo de que, si a ellos no les interesa, a los leoneses sí.

Luego estarían los negacionistas. En nuestro caso vendrían a ser los que enmascaran la situación leonesa asimilándola a lo que ocurre en Cataluña o también la comparan con reivindicaciones municipales. Los hay también catastrofistas que admitiendo que la situación es negativa nos dicen que «no hay remedio» (en ese sentido apuestan que el Reino de León sea el reino de los cementerios).

Es un dato incuestionable que la reivindicación leonesa es transversal y alcanza a todos y cada uno de los partidos. Por eso podríamos decir que la democracia es la mejor vacuna contra el virus que nos afecta. En el momento de decidir el voto habrá que examinar en qué medida las diferentes opciones que se presentan defienden el optar por esa vacuna que nos defienda del virus de estar incluidos en esta autonomía.