Ciencia y solidaridad europea, la mejor receta para apoyar a La Palma
Vaya por delante mi más sincero apoyo y solidaridad con todos los vecinos y vecinas de La Palma que en estos últimos días han tenido que abandonar sus hogares con la incertidumbre de si podrán volver pronto y en qué condiciones. No es fácil para nadie afrontar esta incertidumbre, así que deseo que todo pueda volver a la normalidad lo más rápido posible y que, cuando los daños sean de gravedad, los vecinos puedan recibir las ayudas pertinentes para reconstruir sus casas y haciendas. En este contexto extremo, tampoco está de más destacar el fantástico trabajo del equipo científico que dio la voz de alarma unos días antes de la erupción del volcán, dando tiempo a preparar un plan de evacuación que ha ayudado a minimizar los riesgos, tanto en lo personal como en lo material.
Como ya ocurrió durante la crisis sanitaria y el desarrollo de las vacunas, el papel de la ciencia destaca en momentos de crisis aportando respuestas y planes de actuación concretos cuando más se necesitan. El apoyo a nuestros científicos, ya sean del Instituto Volcanológico de Canarias, del Instituto Geográfico Nacional o del Centro Superior de Investigaciones Científicas, es crucial para estar preparados ante lo que pueda venir, sea en el ámbito que sea. Que no se nos olvide a la hora de planificar recursos y crear programas de apoyo a su trabajo, tan necesarios como olvidados por las administraciones en los últimos años. A partir de ahora será crucial articular acciones concretas y coordinadas y no ofrecer improvisaciones desafortunadas como las de la ministra de Turismo, Reyes Maroto, a quien se le ocurrió decir que la erupción podría aprovecharse como «reclamo turístico» al tratarse de un «espectáculo maravilloso».
Es cierto que las Islas Canarias en general, y La Palma en concreto, son zonas muy queridas por todos los europeos por su incuestionable belleza, su biodiversidad o por las grandes oportunidades que ofrece a investigadores de diversas disciplinas, como la astronomía.Sin embargo, este no es el momento para hablar de turismo. Es hora de pasar de las palabras a la acción y activar todos los instrumentos posibles para que la población esté lo más protegida posible ante el avance de la erupción. Después, una vez que el volcán ofrezca una tregua y se pueda hacer balance de la situación, llegará el momento de que las administraciones sean solventes y ofrezcan soluciones a todos aquellos vecinos de La Palma que han perdido sus hogares o su sustento.
La erupción no se puede abordar con improvisaciones desafortunadas
Una de nuestras prioridades desde el Parlamento Europeo será la de movilizar la mayor cantidad de recursos posibles dentro del marco comunitario. Estos recursos existen, pero es esencial que desde la comunidad autónoma y el Gobierno central se coordinen para solicitar las ayudas correspondientes a una situación de este calibre.
El Fondo de Solidaridad de la UE se creó hace dos décadas para dar respuesta a catástrofes naturales graves como la que estamos viendo estos días en La Palma. Este mismo martes ya se ha avanzado su activación después de una reunión de urgencia celebrada entre el presidente canario, Ángel Víctor Torres y la comisaria de Cohesión y Reformas, Elisa Ferreira. La región podrá pedir la ayuda del Fondo siempre y cuando los daños asciendan al 1% de su PIB, unos 400 millones de euros. Desde el Gobierno regional ya se da por hecho que las pérdidas sobrepasarán holgadamente esta cuantía.
Como ya se ha demostrado en los últimos meses, la Unión Europea ha servido de escudo protector ante la peor crisis sanitaria del último siglo y lo hará también con los vecinos de La Palma afectados por esta catástrofe natural. Es importante mandar un mensaje, y estoy segura de que así se hará en las próximas semanas: Europa estará a la altura del desafío para amparar a los damnificados de la catástrofe.